Baldur’s Gate 3, la mejor representación del rol de D&D
¡Uf, llegó el momento! Decidí publicar ya mi valoración de Baldur’s Gate 3, pues completé la primera partida y avancé un capítulo de la segunda. No quería retrasarlo más. Estos RPG tan grandes merecerían mínimo dos aventuras completas para analizarlos a conciencia. Aun así, aquí estamos.
Tras el gran éxito de Divinity Original Sin 2 (el cual también os recomendaría), Larian Studios apostó fuerte por retomar la saga de Baldur’s Gate con esta tercera entrega, tras más de 20 años desde que la dejó BioWare. No es una secuela directa, por lo que cualquiera puede jugar aunque no disfrutase de los viejos clásicos. Entonces… ¿qué tal les salió?
Maravillas de los Reinos Olvidados

Más allá de lo increíble que luce el juego al primer vistazo, haciéndose notar el cuidado de sus gráficos, tenemos que destacar muchísimas otras cosas. Y es que, para empezar, el diseño artístico de absolutamente todos los conceptos (personajes, escenarios, monstruos…) es una oda al buen gusto y al afecto por los Reinos Olvidados.
Como jugador veterano de este universo, me sentí como en casa durante la partida, gozando de las típicas razas de D&D tan bien representadas a todos los niveles. Más me gustó todavía visitar cada localización, con lugares tan maravillosos (cada uno a su manera) como la Antípoda Oscura, los templos dedicados a dioses icónicos o la ciudad de Puerta de Baldur.
La expresividad y el carisma de cada personaje merece una mención aparte, porque se nota el esfuerzo en las animaciones, con reacciones muy acertadas. Y contribuyen a la inmersión detalles como que, durante la aventura, los protagonistas se vean sucios o ensangrentados. A eso le acompaña un gran trabajo de sus actores de voz, quienes nos sumergen más en toda la aventura. Desde personajes principales hasta villanos, pasando por los individuos más secundarios. ¡O la narradora, de lo mejor en su estilo!
Culminamos el apartado con una música que brilla muchísimo en ciertos momentos a la hora de ambientar sus escenas y combates. No quiero especificar para evitar destripes, pero en algunos tramos arriesgan con el tono y resulta sorprendente. En definitiva… Baldur’s Gate 3 audiovisualmente es una delicia. Y que todo me funcionase genial desde el primer día le otorga mayor mérito.
Pesadillas azotamentes

Primero debemos elegir nuestro personaje principal. ¿Encarnaremos alguno de los protagonistas prestablecidos o nos personalizaremos uno propio? En esa última opción también podemos seleccionar «Ansia Oscura», un origen misterioso para nuestro avatar cuyo secreto desvelaremos durante la partida. ¡Yo solo experimenté ese, y valió la pena!
La trama empieza muy fuerte, con una espectacular cinemática en la que veremos a un ilícido (monstruos devora-cerebros) infectando al protagonista con un parásito. Tras el incidente, quedaremos libres por la nave en la que viajábamos. Nuestra preferencia inmediata será escapar de ahí, y una vez conseguido, buscar urgentemente una cura para la inquietante aflicción.
Quizá parezca una premisa sencilla (pese a la grandilocuencia de su presentación), pero la trama va complicándose poco a poco, con situaciones durante el viaje que nos pondrán contra las cuerdas. Toda la historia está dividida en tres grandes actos que me parecieron maravillosos, en especial el segundo. Las conclusiones finales tras la última batalla del tercer capítulo podrían mejorarse, dicho sea de paso.
Algo muy importante es que, como en los mejores CRPG, en Baldur’s Gate 3 tomaremos muchísimas decisiones. Eso se aplica a los diálogos y a nuestras acciones. Tales elecciones moldearán lo sucedido en la aventura según nuestra eficacia, respuesta o moralidad… ¡además de las dichosas tiradas de dados! Sinceramente, estas aventuras tan impredecibles y personalizables me parecen las más satisfactorias.
La división de roles

Los personajes originales del juego me gustaron mucho; ya tenían buena pinta al principio, y esa es precisamente la razón por la que recomiendo un origen personalizado. ¡Para poder conocerlos a todos! Desde luego, son el gran aliciente para disfrutar de la historia. Pero no solo eso; también enriquecen la jugabilidad.
Si venís de Divinity Original Sin 2, quizá recordéis que los personajes jugables eran extremadamente versátiles. Eso para mí le restaba inmersión a la experiencia de grupo y credibilidad a los roles de cada uno. En Baldur’s Gate 3, basado en el mundo de D&D, cada compañero tiene un rol fijo y es parte de su identidad. Lo considero una mejora sustancial, a pesar de que el sistema de progresión se simplificase por el camino.
Al protagonista personalizable será a quien podamos escogerle la clase que prefiramos. Y me encanta que todas sean distintas entre si, útiles en diferentes casos según cómo utilicemos sus habilidades. No solo en combate, también durante la exploración o las interacciones con el resto de NPC. Se agradece que debamos buscar la mejor composición y exprimirlas al máximo.
Por supuesto, a pesar de todo eso, hay una opción para reiniciar clases o cambiársela tanto al protagonista como al resto de aliados. También podemos reclutar mercenarios sin personalidad que sustituyan a los compañeros reales si no nos gustan o necesitamos más. Y también existe la posibilidad de jugar la campaña en cooperativo con amigos, cada uno con su protagonista. ¡Ahí están las alternativas!
Recorriendo el mundo demasiado a conciencia

Una de las actividades que más haremos en el juego, casi más que combatir, es… ¡explorar! La aventura transcurre en unos pocos escenarios, pero son enormes y están plagados de detalles, «lore», recovecos ocultos, misterios, misiones y tesoros que merecen nuestra atención. Tanto es así que al principio la cantidad de contenido o la posibilidad de interactuar con todo el entorno resulta abrumadora.
Se nota que el trabajo aquí fue titánico, algo que ya intuíamos porque precisamente los Divinity Original Sin compartían dicha estructura. Aun así, igual que heredaron y expandieron esa virtud de dicha saga, también se trasladan sus «defectos»: hay muchísimos elementos en los que podría haber botín (cofres, cajas, estanterías, cadáveres…) y buena parte de ellos están vacíos o esconden recompensas sin valor.
Y eso no se siente tan satisfactorio. Opino sinceramente que el tema de los objetos comunes y el inventario en general es la parte más pesada de esta experiencia. En su empeño por profundizar en el rol detallado hasta este extremo, se excedieron. Muchos jugadores podrían acabar ignorando la mayoría de objetos y perderse cosas muy importantes… O tocarlo todo y llevarse varias decepciones.
Por lo demás, aprecio el cuidado milimétrico en cada escenario y lo divertido que resulta recorrerlo a fondo en la primera partida. Yo lo sentí como una experiencia muy inmersiva y digna de la mejor aventura de D&D. Habrá que ver si este tipo de exploración tan laboriosa se resiente durante posibles rejugadas, en las que quizá pierda ese valor añadido si lo tenemos demasiado fresco.
Batallas de tablero a videojuego

Uno de los grandes atractivos del juego es su sistema de combate táctico, algo que ya experimentamos en anteriores trabajos del estudio. Para mí, aquí se da un paso más allá en la fluidez de dichos enfrentamientos. Sentí las batallas enfocadas en la ofensiva y el control del enemigo, convirtiéndose en algo muy ágil a la par que estratégico. Eso sí, su estilo no es para todo el mundo.
En Baldur’s Gate 3 viviremos muchísimos combates y salvo contadas excepciones, cualquiera de ellos puede ponernos en situaciones peliagudas, independientemente de nuestro rival. El simple hecho de saber cuándo combatir y de qué forma, así como dominar el posicionamiento y el entorno, resultará determinante en la lucha. Tanto para vencer como para ser derrotados.
Aunque me encantaron las escaramuzas inesperadas o lidiar con enemigos corrientes, debo destacar los múltiples enfrentamientos con los jefazos. Y es que tenemos encuentros muy emocionantes contra criaturas muy peligrosas; en algunos donde debemos cumplir ciertas condiciones si queremos ganar… o sacar el mejor resultado posible según nuestros intereses.
Sí, la mayoría de batallas consistirán en solo derrotar a los enemigos presentes… pero la cosa se complicará al proteger a alguien, desactivar algún mecanismo crucial o huir de ciertos lugares. Disponemos de los tres clásicos modos de dificultad: fácil, normal y difícil, así que la intensidad del desafío dependerá de nuestras preferencias.
Respeto a los viejos clásicos

Quería dejar esta última sección dedicada a los delicados veteranos con un profundo amor a los viejos Baldur’s Gate que, como yo mismo, estaban bastante preocupados por el trato a las antiguas obras maestras del RPG. Admito que me pasé toda la partida preparándome para el posible golpe, y al final… ¡bueno, ni tan mal!
A lo largo de la aventura encontraremos muchísimos documentos e información diseminada por el escenario, y bastantes de esos textos hacen referencia a la historia que se vivió en Baldur’s Gate I y II, especialmente el primero. Esas entradas se basan en la versión canónica de D&D sobre la pasada trama, la protagonizada por Abdel Adrian (básicamente, la versión «bondadosa» de la historia).
Por suerte, las notas resultan lo suficiente ambiguas como para que no nos afecte tanto a la experiencia personal. Incluso cuando veamos a viejos conocidos, algo que os aseguro sucederá, tampoco se profundiza demasiado en sus respectivos trasfondos. En general, podría decirse que me alegré más de los guiños que molestarme por su establecido «canon».
Yo hubiese preferido que Baldur’s Gate 3 viviera por su propia cuenta (y se llamase de otra forma), omitiendo la aparición de personajes cuyo destino es tan variable en los viejos títulos. Me hubiese conformado con simples menciones; el juego tiene suficientes personajes originales de calidad como para no necesitar de antiguas glorias. Aun así, no puedo evitar quedarme con lo positivo de la experiencia… que es algo inmenso y aporta mucho al rol occidental.

Valoración final
97/100
Como fan del material D&D de siempre, del rol y de los viejos Baldur’s Gate (crecí con ellos y sigo jugándolos) estoy muy contento del increíble trabajo de Larian Studios con este título. Hay pasión y amor por su universo, algo que se siente en muchísimos aspectos. Y la experiencia RPG me parece sublime, la disfruté como pocas, igual que me pasó con Pathfinder: Wrath of the Righteous.
El único reproche que señalaría aquí, además del tema del inventario, es el abrupto final de una aventura que no se toma el tiempo para exponer las consecuencias de nuestros actos. Debió fijarse en sus precedentes como Dragon Age o el propio Baldur’s Gate II: Throne of Bhaal. Es un tema del que me resulta imposible hablar sin destripar algo por accidente, así que lo haré en una entrada aparte.
Por lo demás, estoy encantado con Baldur’s Gate 3 y entusiasmado para cuando complete mi segunda partida y pueda comparar, tomadas unas decisiones y protagonistas muy diferentes. La primera aventura la exprimí al máximo y no me dejé nada por hacer (que yo haya visto) y mereció mucho la pena.
¡Veremos qué es lo próximo de Larian Studios! Probablemente pasarán unos meses puliendo el juego de errores que vayan surgiendo. ¿Sacarán la Enhanced Edition, como suelen hacer? ¿Habrá expansiones o secuela? Ya veremos. De momento, tenemos contenido de sobra para disfrutar durante mucho tiempo.
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