Warcraft III parte 7: el legado de los Malditos
¡La guerra acaba hoy! Nos toca volver a Warcraft III con su parte 7: el legado de los Malditos. Y antes de sumergirnos en la última campaña de los muertos vivientes, os dejo enlaces del resto aquí, por si os interesa.
6- «La maldición de los Elfos de Sangre«
7- «El legado de los Malditos«
El legado de los Malditos

Volvemos a ser villanos junto a Arthas, quien regresa a Lordaeron para ocupar su lugar como rey. Ahí encuentra a los señores del terror y les obliga a huir. También se reúne con Kel’Thuzad y Sylvanas, ordenándoles ayudarle a acabar con los últimos supervivientes humanos de su reino. Pero durante la caza, siente que sus poderes empiezan a debilitarse.
El Rey Exánime está en peligro y exige a Arthas que vuelva a Rasganorte, por lo que el caballero de la muerte se ve obligado a preparar el viaje. No le resulta fácil marchar, pues Sylvanas se libra de su control y le tiende una trampa junto a los señores del terror. Sin embargo, la rápida intervención de Kel’Thuzad salva a nuestro protagonista y permite que inicie su misión.
A partir de aquí alternamos entre Arthas y Sylvanas. La elfa no-muerta, tras fracasar en su venganza, planta cara a los señores del terror y consigue vencerlos con pura astucia. Primero obliga a Varimathras a unirse a ella y luego acaba con los otros dos. En el proceso utiliza al gran mariscal Garithos, traicionándolo al final y quedándose Lordaeron para ella y sus Renegados.
En cuanto a Arthas, llega a Rasganorte y descubre que los responsables del ataque al Rey Exánime son Illidan, Vashj y Kael’thas. Con la ayuda de Anub’arak, un antiguo rey de los nerubianos que sirve a su mismo señor, nuestro protagonista consigue derrotarlos, vence a Illidan en combate singular y asciende por fin al trono helado, cumpliendo su destino.
Opinión de la historia
Llegamos al clímax y no podía ser con otro. Volver a controlar a Arthas para poner punto final a la historia, justo como la habíamos empezado, es tan épico como ideal para finalizar la experiencia. Y no molesta para nada que deba alternar su protagonismo con Sylvanas, todo lo contrario. Es aquí cuando la reina de los Renegados prepara su leyenda para WoW.
Personalmente se me pasa volando el viaje con ambos personajes. Y tenemos buenos secundarios para respaldarlos, como son Kel’Thuzad, Anub’arak o Varimathras. Tampoco puedo olvidarme del muy satisfactorio final que le dan al infame Garithos. Me parece apropiado que sea Sylvanas quien vengue a Kael’thas y los elfos de sangre, aunque ella no lo sepa.
Si os soy sincero, podría estar hablando durante horas sobre esta campaña, sus implicaciones y mis sentimientos al respecto.
Una esclava de este tormento

-Hace apenas unos días éramos esclavas del Rey Exánime. Solo existíamos para matar en su nombre. Y ahora somos… libres.
-No lo entiendo, señora. Pensaba que rebosarías alegría.
-¿Qué dicha ofrece esta maldición? Seguimos siendo no-muertas, hermana. Somos monstruosidades. ¿Qué somos sino esclavas de este tormento?
Sylvanas hablando con la fiel Sharlindra, después de librarse del control de Arthas
Si un personaje puede medirse cara a cara con Arthas en mi lista de preferencias, esa siempre será Sylvanas. Creo que su inicio en Warcraft es muy potente, pues parte de su propia desgracia tras la segunda campaña del juego base. Es muy sencillo simpatizar con su venganza, aunque esté dirigida contra el protagonista. Y me encanta que sea así.
Una de las características que mejor definen al personaje es su astucia y la forma en que puede dar la vuelta a una situación desfavorable en beneficio propio. Contra los muertos de Arthas lo tenía muy difícil, pero aquí la vemos jugándosela a los Nathrezim, quienes cometieron el terrible error de subestimarla.
Sus escenas son buenísimas. La trampa que tiende a Arthas resulta efectiva y aunque el diálogo que sostienen antes de intentar matarlo cambiase con Reforged, en su día fue muy impactante. ¿Y qué decir de la traición a Garithos? Tras utilizarlo para sus fines no solo manda a Varimathras ejecutarlo, también vemos a unos necrófagos comiéndose el cadáver.
Como en el caso de Arthas, la versión no-muerta de Sylvanas es una deforme imitación de lo que fue en vida, cuya moral se oscurece cuanto peores vivencias debe superar. Al final de su travesía aquí reclama Lordaeron como suya y lidera la nueva facción de los Renegados, una de las principales en World of Warcraft y mi favorita, dicho sea de paso.
El rey retorcido

He regresado, exánime, pero deberás dirigirte a mí como rey. Después de todo, esta es mi tierra.
Nuestro Arthas, un soberano que adora su patria… supongo
Es curioso como Arthas, tras habituarse a su nuevo estado, evoluciona como personaje. En esta campaña lo vemos nombrándose como rey y viviendo en una especie de parodia de lo que debería ser su reinado de humano. Como hizo en vida, aquí sostiene una estrecha relación con sus súbditos y espera lealtad de forma natural.
Vemos una escena en la que confía de corazón su preciado reino a Kel’Thuzad y también somos testigos de la rápida camaradería que sostiene con Anub’arak. De hecho, cuando cae en la trampa de Sylvanas, tiene el descaro de llamarla traidora. ¡A ella, precisamente! Algo incoherente para nosotros, pero lógico en su corrupto punto de vista como rey de pleno derecho.
También nos muestran indicios de una antigua disputa que tenía con el príncipe Kael’thas, algo que entenderemos mejor si leemos el libro de «La ascensión del Rey Exánime». Pero tampoco nos hace falta tanto contexto; Arthas mató a su padre y arrasó su hogar. Obviamente, el pobre elfo de sangre siempre tuvo las de perder en varios sentidos.
Una relación que me llama la atención a día de hoy es otra rivalidad, la que le enfrenta a Illidan. Está bien argumentada, pues ambos buscan poder y sirven a entes superiores que los convierten en rivales mortales. Recuerdo que en su día me fascinaba la idea de un encuentro entre ambos… y aunque ahora preferiría ver otros cruces más emocionales, el momento sigue poniéndome los pelos de punta.
Duelo y Ascensión

Ahora somos uno.
El Rey Exánime
Como dije antes, de joven aluciné con el épico duelo que sostienen Arthas e Illidan. Y eso que los gráficos estaban anticuados, como era normal en un juego de 2003. Una de las bondades de Reforged es que vuelve a mostrarnos dicha escena, ahora con un estilo visual más moderno. Y el resultado es espectacular.
Eso sí, debo exponeros una opinión impopular que tengo sobre este increíble duelo. Poniéndome exquisito, el combate singular no tiene mucho sentido. Arthas basa aquí parte de su poder en controlar a sus súbditos. Una batalla en solitario contra Illidan debería haberla perdido. Pero como me pareció increíble y adoro a ambos personajes, suspenderé mi credibilidad.
Lo que sin duda resulta impresionante y no tiene réplica es la ascensión al trono helado. Me encanta la forma en que las voces que escucha Arthas le recuerdan todo el viaje, sus decisiones, las pérdidas y todo lo que dejó atrás para llegar hasta ese punto. Uno en donde toma la corona y el poder, convirtiéndose en uno de los mejores villanos de la historia.
El detalle mágico del asunto es que nosotros lo hemos acompañado durante todo ese tiempo. Mientras sube las escaleras con todas esas memorias acosándole, la conexión entre jugador y personaje se estrecha todavía más. ¡Y tremenda música para ambientar el momento! Una conclusión así en videojuegos es atípica incluso a día de hoy, y sigue siendo de mis favoritas entre las que he vivido.
Fases jugables favoritas
Regresar con los muertos vivientes es una delicia para mí. La última campaña no se corta demasiado, presentando la primera misión más desafiante en comparación a las iniciales del resto, que suelen ofrecer batallas introductorias. Y siguen regalándonos fases originales hasta el final, algo que aprecio mucho.
Las partes de Sylvanas van muy en sintonía con el personaje, siempre recurriendo a artimañas como poseer tropas ajenas o atacar de forma deshonesta. En cuanto a Arthas, empieza a nivel 10 y vamos perdiendo poder progresivamente, teniendo además que superar situaciones atípicas como una mazmorra llena de trampas.
Si bien tengo mi preferida bastante clara, me costó bastante decidir la segunda entre las dos últimas de Sylvanas.
Un nuevo poder en Lordaeron
Capítulo 6

Veamos. He convertido a uno de tus hermanos en mi siervo y he destruido al otro. Me pregunto qué te depara el destino, Balnazzar.
Sylvanas, provocando al Nathrezim durante la batalla final por Lordaeron
Tras debatirme mucho entre esta fase y la anterior, una muy divertida donde asaltamos a Detheroc con nocturnidad y alevosía, al final me decidí por esta. Aquí nos toca expulsar por la fuerza a Balnazzar y su ejército de Lordaeron. Para ello contaremos con dos bases: los no-muertos de Sylvanas y los humanos de Garithos.
Como siempre, gestionar dos ejércitos distintos puede llegar a agobiarnos, pero podemos tomarlo con calma. Lo más sencillo para los humanos es reclutar y fortalecer a sus caballeros, una unidad muy potente que mejora todavía más con las auras de nuestro… ¿héroe? Además, la misión opcional del mariscal nos aliará con enanos de Forjaz, dándonos artillería pesada y unidades antiaéreas.
Para Sylvanas y los suyos tenemos la clásica combinación de nerubianos y abominaciones, o directamente tirar por los fiables wyrms. En cualquier caso, me parece adecuado manejar a Garithos y completar misiones por su lado mientras nuestros muertos se fortalecen. Y si tenéis el objeto para transportar a Varimathras junto a los humanos, estos serán incluso más efectivos.
Al final es cuestión de defenderse de los pesados asaltos de Balnazzar y sus infernales, que irá atacando nuestras bases de forma aleatoria, todo mientras nos dedicamos a limpiar el mapa, acumular tropas y mejorar a nuestros campeones. Si resistimos así, el choque final por los dos costados en la base del señor del terror será su perdición. ¡Una batalla digna de la toma de poder de los Renegados!
Una sinfonía de escarcha y fuego
Capítulo 8

Illidan se ha burlado de la Plaga durante demasiado tiempo. Es hora de que vuelva a sentir el miedo a la muerte.
Arthas a sus tropas, antes del enfrentamiento por el Trono Helado
Las emociones antes de la batalla final están a flor de piel. No es una guerra sencilla, pues toca lidiar con los personajes que acompañamos y ayudamos en la anterior campaña. Además sabemos que ambos ejércitos, los de Illidan y Arthas, son de las fuerzas más poderosas de Azeroth. Sin duda será un choque muy épico.
Y lo es, transmitiéndose perfectamente a la jugabilidad. Nuestro objetivo consiste en conquistar los cuatro obeliscos que rodean el Trono de Hielo antes de que lo haga Illidan, empezando con cierta desventaja. A nuestra modesta base inicial la rodean los naga de Vashj y los elfos de Kael. Eso sin contar al enemigo principal.
Para mí, la mejor solución es empezar deshaciéndonos de Vashj al este mientras construimos las tropas que más nos convengan. En mi caso, en esta misión utilizo una mezcla de wyrms de hielo y gárgolas para protegerlos de las unidades antiaéreas de los naga de Illidan. Una vez acabamos con la primera base, lo ideal es conquistar el obelisco más próximo y atrincherarnos ahí entre varios zigurat.
Una vez consolidada la posición y asumiendo que tanto Illidan como Kael acosarán nuestras respectivas posiciones, sería ideal lidiar con los elfos de sangre antes que nada. Pero también podemos arriesgarnos e intentar conquistar ya el resto de obeliscos. Lo más seguro es tener paciencia e ir ganándoles terreno poco a poco, pues Illidan revive muy rápido y es un adversario más que digno.
Conclusiones

¡Se terminó! Una despedida por todo lo alto con los muertos vivientes y el mejor protagonista posible, Arthas Menethil. Acabar un videojuego ayudando a ascender al villano más poderoso de Azeroth es toda una experiencia que siempre recomiendo a todo el mundo que le guste WoW y no haya jugado a esta vieja gloria.
Sé que lo he recomendado múltiples veces, pero ahora más que nunca vuelvo a afirmar que el libro de «La ascensión del Rey Exánime» es un imprescindible para cualquiera que le guste el personaje de Arthas. Precisamente en esta última campaña nuestro rey no tiene tantos diálogos de valor como al principio, pero en el libro sí encontraréis muchos más.
Warcraft III me otorgó muchísimo en su día gracias a esta magnífica aventura y sus increíbles personajes, especialmente el que lidera esta última odisea. Siempre atesoraré las miles de horas que invirtió mi versión más joven al competitivo online, pero para mí lo más importante siempre fue su campaña para un jugador.
De momento pondremos punto y final aquí, pues aunque las tareas extra de Rexxar son agradables de jugar, nunca consideré que perteneciesen a la experiencia de campaña principal. Pero bueno, nunca se sabe si más adelante le dedicaré su espacio para completar todavía más la serie. ¡¿Qué me deparará el camino?!
¡Magnífica entrada como siempre Yukha! Los pelos de punta con ese cierre por todo lo alto y con esa ascensión de Arthas al trono. He de reconocer que yo personalmente nunca fui capaz de completar la última misión de The Frozen Throne, se me hacía demasiado difícil de crío, y aunque vi el final gracias a unos amigos que tenían más experiencia en el juego que yo, ahora pienso que ha llegado el momento de sacarme esa espinita y poner punto y final a ese episodio de mi infancia (Especialmente si, como comentamos, la primera fase de la campaña de Kael me deja de dar problemas, aunque no he podido poner aún en práctica tus consejos).
Como bien comentas es un gusto el poder volver a controlar a los no-muertos a los cuales, pese a que nunca han sido una de mis razas favoritas, sí que les he empezado a coger el gustillo con Reforged donde me he dado cuenta que son muchísimo más temibles de lo que recordaba. Además ya no solo es que en la campaña nos reencontramos con Arthas, sino que todos lo demás personajes, en especial Sylvanas por supuesto, son brillantes. A mí en lo personal Anub’Arak también me gusta mucho, pero no me terminó de gustar el trato que le dieron en WoW como jefe «pegote» dentro de la Prueba del Cruzado (La raid que menos me gustó de la expansión y, probablemente, de las que menos me gustan del juego en general).
Respecto a las fases me costaría elegir, pues como bien comentas todas son redondas y tienen mucho nivel y ahora mismo la memoria al respecto me falla bastante. Recuerdo que la penúltima, una que debías avanzar con Arthas a través de un montón de enemigos mientras resistías un acoso constante sobre la base, era bastante jodida, pero ya no me pidas más XD Problema de memoria que espero que se resuelvan ahora con Reforged.
En definitiva, muy buena entrada Yukha y genial la serie. Ya ves, me ha flipado tanto que he pasado por caja para comprar el Reforged XD Ha sido un placer leerte y espero que sigas sacando más contenido de Warcraft porque me gusta mucho como lo enfocas ¡Un saludo y nos leemos! 🙂
Hay varias cosas que duran 10 mil años en warcraft, el encarcelamiento de Illidan, el tiempo que pasaron recluidos los shal’dorei, el tiempo que se pega Malfurion durmiendo y lo que dura esta campaña. Decir que se hace eterna es poco, y nos referimos únicamente a «Una sinfonía de escarcha y fuego». Más vale tomarla con calma, haber comido y haber ido al baño, porque te puede durar horas xD Es una pena que sigamos sin saber muy bien cómo llegó a Azeroth la Agonía de Escarcha y la corona, por mucho que hicieran una leve explicación en Shadowlands seguimos sin ver bien qué pretendían con todo eso. En el libro de Arthas, Muradín dice poco más que una explicación rollo siempre ha estado ahí sobre la espada. Y la corona primero fue un rollo de la Legión para controlar a los nomuertos usando a Ner’zhul, luego que si el carcelero, luego que si el prelado. A Blizzard le falta poco por empezar a decir «lo hizo un mago» para todo lo que deja a medias. En fin. Los nerubianos es otra raza bastante interesante y es genial su arquitectura, en eso Arthas tuvo el buen gusto de imitarlos, es genial encontrarlos de nuevo en la lich. ¡Necesitamos más ziggurats!