World of Warcraft: Legion, la mejor expansión de Blizzard
La semana pasada, concretamente el 30 de agosto, se cumplieron 7 añazos desde que se lanzó World of Warcraft: Legion, la mejor expansión creada por Blizzard y si me apuráis, de cualquier MMORPG existente. Lo cierto es que sentí mucha nostalgia y pensé, ¿por qué no hablar de mi experiencia en esa época? Y antes de eso, si queréis conocer mi top de épocas de WoW…
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Dicho esto, vamos con la valoración a posteriori de Legion, que yo en su día viví al máximo y hasta el final. ¿Qué mejor lugar para empezar que por el principio de la misma?
Potente desde el inicio

Las expectativas que levantó el anuncio del nuevo contenido fueron una locura en su momento. Al final la expansión iba con todo: regresaba la Legión Ardiente, aparecería Illidan e incluso tendríamos una nueva clase heroica: el cazador de demonios. Recuerdo que durante el evento pre-expansión podías crearte un illidari y vivir su icónico comienzo en la cámara de las Celadoras.
Por si todo eso fuese poco, debemos tener en cuenta que la cinemática inicial de CGI de Legion se mantiene como una de las mejores hasta la fecha. Su protagonista es Varian y mientras escuchamos las emotivas palabras cargadas de significado dedicadas a su hijo Anduin, disfrutamos del inicio del asalto conjunto de la Alianza y la Horda en la Costa Abrupta, con una Sylvanas que también se luce.
Dicha cinemática acabó siendo muy especial, porque en la expansión veríamos caer al rey de Ventormenta, una muerte que debería superar su propio heredero. También vivimos el conflicto de Cringris, quien no confiaba en aliarse con su eterna enemiga y nos regala un gran enfrentamiento entre ambos en Tormenheim. Curiosamente y pese a su desacertada actitud, el viejo huargen era quien tenía razón…
Más allá de eso, el «leveo» inicial en Legion era muy entretenido con zonas e historias tan interesantes como la de Val’sharah y la primera banda de la Pesadilla Esmeralda. En realidad, World of Warcraft siempre ofrece comienzos espectaculares en sus expansiones, pero no deja de ser meritorio y gratificante cada vez que vivimos uno de ellos. Sin duda, el de Legion se encuentra entre los más memorables.
Clases y Armas Artefacto

Una de las mejores decisiones de Blizzard fue incluir las armas artefacto en Legion, ¡y eso que al principio las temíamos porque sustituiría al tema de encontrar botín! Cuan equivocados estábamos los que pensábamos así. Estas armas y todo lo que las rodea son, en esencia, la mejor nueva mecánica que podíamos pedir. Aportarían riqueza y frescura a la jugabilidad, la progresión e incluso a la historia.
Cada artefacto era especial y tenía su propio trasfondo. Algunos se generaron con mucho acierto para la ocasión, como la interesante Xal’atath o mi querida espada Apocalipsis, propiedad de los caballeros de la muerte profano. Otras eran bien conocidas y queridas, al estilo de Felo’melorn para los magos de fuego o el arco Tash’dorah, el legado de los Brisaveloz para los cazadores puntería.
Me encantó cómo pasábamos la expansión buscando mejoras para potenciar nuestras armas, forjando poco a poco un vínculo especial con ellas. Existían varios logros asociados a ellas para desbloquear nuevos aspectos y a mí me motivaba esforzarme para conseguir mis favoritos. Tanto es así que completé los desafíos de la Torre de Magos con cada clase y sus respectivas especializaciones.
No puedo dejar de mencionar el resto de contenido asociado a las clases en Legion. Ahí estaban las sedes de clase, un lugar temático para cada una que te hacía sentir más cercano a tu rol en el juego. Y obviamente, fue increíble disfrutar de una línea de historia totalmente distinta para cada clase, con una montura especial esperándote al final de la cadena de misiones. ¡Motivaba a subírtelas todas!
Contenido «post-game»

Ya sabemos que en World of Warcraft, el «verdadero contenido» no empieza hasta que subes a nivel máximo, te equipas y enfrentas los desafíos posteriores. Yo no lo veo tan así, porque disfruto muchísimo de las tramas que ofrecen durante la subida de nivel. Sin embargo, Legion nos regaló una maravillosa experiencia cuando alcanzábamos el 110.
La primera zona de ese tramo fue Suramar, una de mis favoritas de todo el juego. ¡Y no solo por ser preciosa, que también! Ahí descubrimos la fascinante historia de Thalyssra y su gente, los que luego conoceríamos como elfos Nocheterna. Acompañarlos en su revolución, infiltrarse en Suramar, lograr que mejorasen su condición y acabar viviendo la maravillosa banda de Bastión Nocturno… ¡Fue fascinante!
Más allá de eso, tuvimos el parche que involucraba a la Costa Abrupta, que algunos recuerdan con desgana por un jocoso Khadgar y un parón de meses en el ritmo de contenido nuevo. Sin embargo, fue la época en la que recibimos la magnífica Torre de Magos, la nueva mazmorra con Maiev e Illidan, y la icónica Tumba de Sargeras.
También vivimos la corta pero genial Prueba del Valor antes de eso, la renovada aventura en Kharazan o el asesinato de Chromie, un desafío temporal muy divertido pese a que su recompensa no fuese tan gratificante. De todas formas, el lazo final de la expansión se vería venir (literalmente) al culminar la Tumba. Un soberbio Illidan, muy a su manera, nos obligaba a viajar hasta Argus para afrontar el problema directamente. ¡De las mejores zonas de parche de World of Warcraft! Y hablando del diablo…
El triunfal regreso del Cazador

Pese a que Legion estuvo plagada de aciertos, tanto narrativos como jugables, la mayoría sabemos quien fue la estrella. ¡Si hasta la nueva clase se basaba en él! Illidan volvió por todo lo alto; sí, quizá con un ajuste en su personalidad y objetivos respecto a Warcraft 3, pero en este caso el cambio lo benefició y no perdió su esencia. No por nada es de los personajes favoritos de este universo por derecho propio.
Despertó al final del Bastión Nocturno, eliminando al pesado de Gul’dan en una perfecta escena con ese toque especial de solo quedar la calavera en su mano. Por si con eso no fuera suficiente, el cazador de demonios protagonizó momentos increíbles que siempre quedarán en la memoria de los que apreciamos este tipo de cosas.
Illidan no paró de sorprendernos y nos regaló todo tipo de situaciones. El tramo donde destacó sobremanera fue el de Argus, por supuesto. Empezó siendo él mismo el responsable de acercar el planeta a Azeroth, impuso unos métodos efectivos para vencer a la Legión y se hizo dueño de su propio destino. Esos y otros gestos tan típicos del personaje son los que le vuelven tan especial.
Su complicada relación con Velen, el momentazo de la muerte de Xe’ra, el gracioso intercambio de pullas con Maiev, e incluso la emotiva despedida que le dejó a Malfurion y Tyrande… Todo lo que hizo el cazador de demonios hasta su «sacrificio final» fue maravilloso. Quizá no fue el héroe que esperábamos, ¡pero sí el que necesitábamos!
Conclusiones

¡Y ya no me enrollo más! Podría continuar entrando en detalle sobre las mazmorras y las bandas, o las distintas tramas vividas, pero no quería alargarme demasiado. Mi intención era simplemente rememorar la felicidad y emoción sentida durante esos tiempos tan especiales en World of Warcraft. ¡Probablemente la mejor época!
Me percaté de que siempre que hablo del MMORPG es en parte para quejarme, y tampoco me parece justo, porque es de mis juegos favoritos y de los más influyentes en mi vida. Mis reproches vienen por ciertas decisiones narrativas lamentables de Battle for Azeroth y Shadowlands, así como la falta de contenido en varias ocasiones. Pero en general, mi experiencia casi siempre es muy positiva.
Solo me queda agradecerle a esta expansión y a sus responsables por el gran trabajo realizado, aunque sea 7 años después. No exagero cuando afirmo que World of Warcraft es uno de los mejores videojuegos de la historia y me alegra que Dragonflight parezca estar retomando su buena fama. Veremos qué nos depara en el futuro.
¡Dejo enlaces de mi contenido de Warcraft!
Valoración WoW: Shadowlands
Impresiones Dragonflight
Top campañas Warcraft III
Trayectoria de Jaina
Trayectoria de Kael’thas
Adalid, se me cayeron unas monedas cuando sobrevolaba la costa que le iba a regalar aaa…. da igual. ¿Podrías recuperarlas?