The War Within, ¿cumple lo nuevo de World of Warcraft?
Empezamos la nueva expansión de World of Warcraft: The War Within y me apetecía hablar de mis primeras impresiones tras un vicio bastante intenso durante estos días. Como siempre digo, los inicios de cada etapa «wowera» son maravillosos en general, pero hay detalles que comentar… y para eso estamos hoy aquí.
Me gusta plasmar estas impresiones para compararlas al final con mi opinión definitiva en retrospectiva, como hice con Shadowlands y Dragonflight. Y si algo en común tienen estas tres expansiones es (en mi experiencia) un inicio bastante limpio a nivel técnico. Por lo menos yo, no tuve problemas para entrar y los bug que encontré fueron ocasionales y resolubles.
Impresiones y opinión final Shadowlands
Impresiones y opinión final Dragonflight
Dejando eso aparte, centrémonos en el contenido actual, que es lo que importa. Y empezaré por uno de los temas que más suele interesarme: la historia.
La caza de Xal’atath

Algo destacable de este comienzo (y que lo diferencia del de Dragonflight) es que tenemos un objetivo muy claro: perseguir a la Presagista. La trama inicia con dicha premisa, presentando a los personajes involucrados muy brevemente antes de sorprendernos con un genial punto de partida en Dalaran. Debemos concederle el mérito a Xal’atath, ¡por fin una enemiga reconocible y carismática!
Tras el subidón inicial que no dejará a nadie indiferente, acabaremos en la isla de Dorn. Ahí conoceremos a fondo a los interesantes enanos terráqueos y colaboraremos con ellos en contra del enemigo común que surge de las profundidades: los nerubianos. Me pareció un viaje agradable, descubriendo nuevas culturas y personajes secundarios prometedores sin perder de vista el objetivo final.
Una de las fortalezas de la aventura es precisamente esa, gozar de su magnífica ambientación a nuestro ritmo, explorando cada detalle. Al fin y al cabo, en esta expansión el nivel de las misiones secundarias es decente en términos de historia, aunque prescindamos de la narrativa más cinemática de la trama principal. Los personajes secundarios brillan e incluso eclipsan a los protagonistas.
Y quizá ésa es la carencia más destacable de este comienzo, la campaña. Es la más corta que yo recuerdo en World of Warcraft, se siente apresurada si solo te centras en ella y creo que no goza de tantos momentos espectaculares como debería. ¡Por no hablar del escaso alcance de la historia principal en el postgame! Para mí, esto fue un paso atrás a nivel de campaña inicial.
¡Por la Alianza…!

Quizá a muchos no les importe pero a mí, pese a que adoro ambos bandos, como Horda de corazón me duele vivir lo excluida que a día de hoy está esa facción. Que no os engañe el Thrall de la portada; los actores principales y conocidos de la expansión, por lo menos en estos primeros pasos, son Alleria, Anduin y Moira (la reina de los Hierro Negro).
En lo personal y a pesar de su precioso diseño, Alleria nunca me cayó demasiado bien, pero deja claro de qué pie calza en The War Within. El problema es que su desarrollo aquí no lo sentí creíble, faltándole escenas donde pueda creerme su toma de decisiones. En cualquier caso, tampoco está mal y Blizzard le otorga las secuencias más importantes.
De Anduin, uno de los mejores personajes de World of Warcraft, poco tengo que decir aquí. Su actual conflicto (heredado de Shadowlands) no lo siento acorde con su personalidad y vivencias. Aquí lo vemos trabajando por los demás y lidiando con sus demonios internos, pero es que estos últimos desentonan. Opino que están un poco forzados y eso resta credibilidad a su trama.
Por último, no os mentiré, apenas conozco a Moria más allá de su origen y acciones en el lore. Aquí no destaca demasiado, pero cumple y me gusta verla junto a Magni. Siempre es positivo que figuras de su estilo (viejas glorias sin apenas protagonismo) tengan peso en la historia principal. El problema es la ausencia de la Horda, relegado a intervenciones secundarias de alguno de sus miembros.
Explorando Khaz Algar

Olvidándonos ya de la trama principal, debo admitir que todo el contenido que ofrece la expansión me está resultando muy disfrutable. Creo que hay muchas actividades a realizar, bastantes de ellas en el mundo abierto (ojalá su importancia no decaiga a lo largo del tiempo, como suele pasar) y podemos elegir si disfrutarlas en solitario o con amigos, siendo provechosas ambas opciones.
Si bien la campaña se queda corta, la cantidad de misiones secundarias y eventos resulta casi abrumadora. Incluso llegados a nivel 80, tenemos montones de actividades para exprimir las horas: misiones de mundo, mazmorras de grupo o en solitario, eventos extra, o completar las propias secundarias que en su mayoría valen la pena para sumergirnos en el lore.
Algo que quería destacar es la calidad de las mazmorras, un tema que en Dragonflight no me gustó demasiado. Aquí se notan mejor trabajadas y más variadas en sus mecánicas, detalles que agradezco sobremanera para sentirlas distintas y disfrutables. Poniendo ejemplos rápidos, la dinámica experiencia en el Rompealbas con el vuelo o la Grieta de Flama Oscura, manteniendo viva la luz mientras avanzamos.
Otro punto positivo son las facilidades y comodidades para subir a varios personajes, algunas heredadas de expansiones anteriores encontrando aquí su clímax con la «banda de guerra». Nuestros personajes comparten nivel de renombre, además de utilizar banco compartido y pasarnos objetos con suma facilidad. Parece una tontería, pero la calidad de vida sube bastante, aunque todavía deba afinarse.
Talentos heroicos y la evolución de clases

Debo decir que los talentos heroicos se vendieron como una de las características clave de la expansión, expandiendo las posibilidades de nuestra clase de personaje. Y es cierto que son un buen progreso, potenciando mucho las habilidades, pero sinceramente esperaba más a nivel de personalización. ¡No deja de ser una sencilla elección entre una u otra especialización extra!
Pero lo que sí me sorprendió fue la sensación de poder general que provocan estos talentos. Son como la gota que colma el vaso; la acumulación de nuevas habilidades en clases que arrastramos a lo largo de las expansiones encuentran aquí su punto álgido. Sinceramente, controlando a mi caballero de la muerte, fue aquí cuando me sentí más conectado a lo que significa su clase y especialización.
Todavía me queda por probar más clases, pero creo que las impresiones generales son similares. Siendo algo que solo me ocurrió en Legión con el poder de las armas artefacto, noto que mi personaje es verdaderamente una figura a tener en cuenta según llegamos a nivel 80. Imagino que variará un poco según la clase, pero los que utilicé hasta ahora transmiten algo parecido.
Y ahí está el punto positivo, que por primera vez en mucho tiempo, vuelve a apetecerme probar y experimentar con todas las clases. Si unimos eso a las facilidades de sostener a varios personajes a la vez en tu banda de guerra, añadimos un buen montón de horas de juego extra a nuestro disfrute. Y esto en particular no me pasaba desde la expansión ya mencionada, Legión.
Conclusiones

«La muerte real es el fin de la historia. Todo lo de antes es manejable»
Lilian Voss
Me enrollé más de lo que pretendía, pero el mensaje general es que lo estoy pasando bastante bien y si mantienen el ritmo de contenido (algo que no suelen conseguir), puede ser un gran paso adelante. Pero tampoco os mentiré: ando escaso de confianza en ese sentido. Las cuestionables prácticas del acceso anticipado no se me olvidan, y tampoco que en teoría estas serán expansiones más cortas.
Blizzard todavía tiene mucho que demostrar con The War Within y para lograrlo, deben potenciar mucho la campaña principal que liberen en las próximas semanas. La base es buena y la ambientación difícilmente mejorable, con personajes y razas potentes a las que sacar provecho. Xal’atath está cumpliendo, pero aún tiene que hacerse valer como enemiga de la expansión.
Como nota personal, comentaré que yo estoy apreciando bastante de los nerubianos, una raza que podía y debía brillar más en World of Warcraft. Ahora lo están haciendo; me encanta conocer a ciertos personajes y descubrir más de su cultura. Bajo mi punto de vista, es lo mejor de la expansión a nivel de trama.
Ojalá sigan alimentando las ganas de enfrentarnos a Xal’atath con más escenas determinantes para la villana. Eso, y que den mayor protagonismo a la facción de la Horda, que ahora mismo su aportación es casi nula. No nos queda mucho, pero qué demonios, ¡que saquen más a Lilian Voss o Liadrin, por ejemplo! Y que devuelvan la chispa a nuestro Thrall.
Parece que Alleria dejó el arco y se pasó a illidari :V