Serie Diablo IV Acto IV: Tormenta en ciernes
¡Santuario nos espera! Toca seguir la serie de Diablo IV con el Acto IV: «Tormenta en ciernes». Y antes de sumergirnos en eso, ahí tenéis todos los capítulos:
«III: La creación de los monstruos«
«IV: Tormenta en ciernes»
«V: Secretos revelados, destinos vendidos«
«Epílogo: La herida que supuró«
Acto IV: Tormenta en ciernes

De vuelta en la Capilla Olvidada y con toda la información recibida hasta ahora, Lorath se pregunta qué busca Lilith realmente y propone utilizar el Ojo Ciego para espiarla, tildándolo como la única opción. Gracias a eso escuchamos una conversación entre la hija del Odio y Elias, donde queda claro que su objetivo es adueñarse del poder de Mefisto. Aun así, acaba percibiendo el espionaje y nos obliga a retirarnos.
Ahora sí, Lorath piensa en un plan y nos manda a buscar a Donan para darle un mensaje, asegurándonos que lo encontraremos en la Catedral de Kyovashad. Y así es; cuando llegamos a la ciudad, encontramos al hombre y accede a ayudar a pesar de su precario estado emocional. La misión consiste en encerrar a Lilith en la vieja piedra de alma de Astaroth y Donan es el único que puede prepararla.
Nuestro próximo destino es la Cámara Horádrica, donde recogeremos lo necesario para llevar el plan a buen término. Ahí también encontramos a Neyrelle, quien muestra su resolución por ayudarnos a detener a Lilith, a pesar de la negativa inicial de Donan a que la joven se sume. Una vez tenemos todo listo, toca volver a la Capilla Olvidada.
Con el grupo reunido y poniéndose al día, Taissa comenta que necesita tomar el aire y sale sola fuera. Justo ese momento lo aprovecha Elias para finalizar el ritual con ella; nosotros llegamos a tiempo solo para combatir contra Andariel, a quien el hombre invocó gracias a las runas inscritas en el cuerpo de Taissa. Cuando la derrotamos, el grupo decide viajar a Hawezar para averiguar el secreto de la inmortalidad de Elias, todo ello mientras Donan trabaja en armonizar la piedra de alma que quieren usar contra Lilith.
Opinión general
Capítulo muy cortito que tiene varias cosas buenas; pistas sobre misterios de cara al futuro, la reunión de los aliados que conocimos en anteriores episodios (Lorath, Donan, Neyrelle y Taissa) y por supuesto, el «fanservice» de luchar contra la icónica Andariel. Pero también veo detalles flojos, en concreto, un par de conveniencias de guión.
Descubrir el objetivo de Lilith por utilizar brevemente justo el Ojo Ciego mientras ella y Elias conversan sobre ello… O el propio Elias, invocando sin más a Andariel y dejándola ahí para que la derrotemos, ¡tras tantas molestias para traerla a Santuario! Ambos temas debieron resolverse mejor.
El plan de Lorath

Es una maldición. La perdición de los Horadrim…, pero también nuestra mejor arma. No existe nada parecido en el mundo. Los primeros Horadrim usaron unas piedras de alma para contener a Diablo, Mefisto y Baal. Pero tal poder tenía un coste. Una piedra de alma debe estar custodiada siempre. Consume tus días y tus sueños. Te vuelves tan prisionero como el demonio que contiene. Y, a pesar de todos tus esfuerzos, el mal siempre acaba escapando.
Donan, hablándonos de las piedras de alma
Aun así, no conozco mejor forma de contener a un demonio. Ojalá la conociera.
Ignoro para qué necesitó Lorath averiguar que Lilith quería apoderarse de la esencia de su padre, porque su objetivo de atraparla en la piedra de alma tenía el mismo sentido sin esa información. ¡Queríamos detenerla de todas formas! En cualquier caso, resulta refrescante que el plan de acción (por ahora) sea diferente a presentarse ante la demonio y derrotarla, como sugiere el protagonista.
Me gusta que seamos partícipes de esta misión, para la cual necesitamos específicamente a un Donan en plenas facultades. Es algo complicado teniendo en cuenta por lo que acaba de pasar, pero sabemos que talento y resolución no le faltan, aunque ahora esté en horas bajas. Aquí conocemos más al personaje y será un tema que siga desarrollándose en el próximo acto.
Sabe un poco mal que Lorath no tenga el tacto suficiente con su viejo compañero, más todavía viendo lo imprescindible que es para el plan. No es la primera vez (ni la última) en la que comprobamos lo falible que es el nuevo Deckard. A mí me gusta de esta forma; los personajes se complementan bien y al sentir sus flaquezas, las desgracias que vienen detrás tienen más sentido.
La meta de Lilith

La esencia de mi padre se recupera… Lo noto…, como miles de viejas heridas que se reabren. Todavía es débil. Vulnerable. Debo atacar antes de que pueda resistirse.
Lilith exponiendo su plan justo en el momento apropiado
Confirmamos que el objetivo de Lilith a corto plazo es obtener el poder de su padre, algo que tiene mucho sentido, pero nos quedaremos sin averiguar cómo quería utilizarlo. La respuesta más lógica sería la que ofrece Lorath: la dominación de Santuario y el propio infierno al asemejarse a un Demonio Mayor. ¡Pero tampoco está tan claro!
Al final, aquí tenemos uno de los posibles finales que podría haber tenido esta historia. A mí me parecería muy interesante ver lo que haría Lilith con ese gran poder, ¿y qué sería de Mefisto en tal caso? En este punto, pensaba que sería lo que acabaría sucediendo, dejándonos con ese «cliffhanger» de cara a una futura expansión. Pero el juego tenía otros planes.
Como ya nos hemos pasado el juego, sabemos que nuestro protagonista derrota a Lilith matándola, ya que el plan original se va al garete. Por lo tanto, su destino lo adelantó Lorath en este episodio: regresará tarde o temprano. No sé qué pensar del tema teniendo en cuenta el misterioso final del juego. ¡Profundizaremos en esto cuando toque!
Misterios sin resolver

Su dolor es primigenio, silencioso. Antaño, formaba parte de algo más…
Taissa revelándonos detalles sobre Andariel
A pesar de la corta duración del capítulo, nos dejan caer pistas en ciertos diálogos que podrían perfectamente marcar el futuro de Diablo IV, tanto para su expansión como en otra secuela. A Blizzard le encanta dejar cabos sueltos para aprovecharlos en el futuro, ¡o también cabe la posibilidad de que queden en el olvido!
Lo primero es el tema de Andariel, quien Taissa comenta que formaba parte de un todo, pero no le permite averiguar más. Si estamos al día en el «lore» de la saga, intuimos que se refiere a Tathamet, el dragón de la leyenda formado por los siete Males. Quizá sea solo una referencia, o puede que sea lo que nos espera en el futuro. Yo preferiría profundizar en la propia Andariel, pero lo otro parece más probable.
Por su parte, Donan nos cuenta que antes colaboraban Lorath, Elias y él mismo en la Cámara Horádrica… junto a Tyrael. Sin embargo, el ángel se marchó, asustado por algo que no concretó. Dicha actitud es sumamente extraña en nuestro héroe alado, por lo que apostaría a que acudió a algún lugar donde se le necesitaba. ¿Dónde? ¿Tendrá que ver con lo de Tathamet? ¿O algo de fuera de Santuario?
Conclusiones

Incluso en un tramo tan breve como este me enrollé demasiado, ¡mis disculpas! Para mí, este es el capítulo más flojo de Diablo IV por el par de conveniencias que ya mencioné, así como el ver a Andariel tan desaprovechada. Debió durar un poco más y desarrollarse mejor. El acto anterior sugería que la Dama de la Angustia formaría parte de un plan mayor, y aquí Elias la tiró como si fuera un Pokémon desechable.
Bromas aparte, los misterios que dejan caer parecen muy interesantes… pero en cierto modo, me agobian un poco. No me gusta la manía que siempre tuvo Blizzard de dejar tantas cosas pendientes sobre las que trabajar más tarde. Es una costumbre especialmente común en el universo Warcraft y los últimos años resultó muy frustrante.
Lo dejaremos aquí por hoy, que ya es hora de partir hacia Hawezar. ¡Nos veremos en el siguiente, el Acto V: Secretos revelados, destinos vendidos!