Serie Diablo IV Acto I: Una fe fría y férrea
¡Santuario nos espera! Toca seguir la serie de Diablo IV con el Acto I. Y antes de sumergirnos en eso, ahí tenéis todos los capítulos:
«I: Una fe fría y férrea»
«III: La creación de los monstruos«
«V: Secretos revelados, destinos vendidos«
«Epílogo: La herida que supuró«
Acto I: Una fe fría y férrea

Tras la marcha de Lorath a las Estepas Adustas, visitamos la Catedral de la Luz de Kyovashad, donde conocemos a la reverenda madre Prava. Ella nos redirige a Yelesna tras los pasos de Lilith. El viaje nos lleva hasta las minas y ahí nos enteramos de que sobornaron al guardia Vigo, quien dejó pasar al grupo de la demonio. Esto se lo reprocha Neyrelle, la hija de una de las mujeres que la acompañaban.
Seguimos el rastro hacia las profundidades junto a la chica y Vigo, aunque este último marcha a informar a Prava cuando descubrimos los cadáveres de la patrulla de sus compañeros. Continuamos solo con la joven hasta encontrar a su madre, Vhenard, quien está totalmente desquiciada por la influencia de Lilith. Nos ataca invocando demonios y acaba perdiendo la vida, para desgracia de la propia Neyrelle.
Lilith atravesó el Lago Negro, algo que nosotros no podemos lograr sin el hechizo y la bendición apropiados. Ahora toca buscar la cámara secreta de los Horadrim en busca de algún conjuro útil, algo a lo que nos ayuda indirectamente el ya conocido «lobo ensangrentado». Luego debemos acudir a Prava para la bendición, quien nos envía de peregrinaje al Monasterio de Alabastro, donde nos reunimos brevemente con el ángel Inarius.
Después de que Prava nos considere dignos por tal hazaña, volvemos al Lago Negro junto a Neyrelle. La chica utiliza un conjuro de nigromancia para reanimar a su madre, quien nos ayuda con un ritual de su propia cosecha para cruzar el lago… antes de volver a caer en brazos de su hija. Ella se encarga del cuerpo de Vhenard mientras nosotros proseguimos en busca de Lilith.
Llegamos a las puertas del Santuario del Equilibrio y somos atacados por uno de los secuaces de la Madre de Santuario. Sin embargo, nos apoya en combate un caballero penitente de la Catedral, quien resulta ser Vigo, que acaba muriendo en la cruel armadura tras expiar sus pecados. Una vez dentro del Santuario, encontramos el cadáver de Rathma y los familiares pétalos de Lilith. Tenemos una visión de la demonio lamentando su pérdida y recogiendo la llave del Infierno del cuerpo de su hijo.
Opinión general
Un primer capítulo muy entretenido que introduce varios personajes y sigue expandiendo los misterios ya vistos en el prólogo. Lo que más vemos es la actitud y métodos de la Catedral de la Luz que sigue a Inarius, así como su líder: la reverenda madre Prava. Aquí es cuando empezamos a entender el escepticismo de Lorath hacia ellos…
Lo que más me gusta del capítulo es que los sucesos enlazan directamente con lo que veremos en el Acto VI, construyendo cada situación para que al final del juego veamos sus consecuencias.
Vigo, el lado humano de la Catedral

Me gusta jugar a las cartas, pero no por eso soy un pecador. Pero aquel soborno… murieron buenos soldados por lo que hice. ¿Es la clase de hombre que soy? ¿Seré siempre así? Es que… Maldita sea. Yo rezo. ¿Por qué no funciona?
Vigo, rezando en busca de penitencia mientras confiesa sus remordimientos
El papel del guardia Vigo fue breve, pero para mí se volvió un personaje secundario muy entrañable que humaniza al bando de la Catedral de la Luz. Él representa a aquellos soldados que están ahí sin ligarse demasiado a la causa, simplemente sobreviviendo a su situación en Santuario. Y es que los monstruos no son el único peligro.
Ya nos lo adelantaba Prava con su fe ciega en Inarius y la forma en que tal peregrinaje era innecesariamente peligroso para los que tomaban parte. Al final, tanto ella como el resto de fanáticos de la Catedral están cegados por doctrinas y su líder, el cual los considera simples herramientas. Lilith no anda en absoluto desencaminada cuando los señala como necios. Como cualquier fanático, en realidad.
En cuanto a Vigo, me gustó mucho esa dualidad tan humana. Fue una persona capaz de dejarse sobornar y apartarse cuando la situación le parecía demasiado peligrosa. Sin embargo, reflexionando sobre sus acciones y sufriendo esos remordimientos, se arrepintió e intentó redimirse. Obviamente, el castigo que sufre es desproporcionado.
Es una escena breve y el personaje está lejos de ser relevante en la historia, pero me encantó la muerte de Vigo. Quitarle esa cruel armadura a nuestro improvisado aliado y ver que era él quien se escondía detrás, agonizante tras la batalla… todo un acierto. Sus últimas palabras son tristes, lamentando su debilidad y otorgándonos el abalorio con el que lo sobornó Vhenard para devolvérselo a su hija. ¡Un grande!
Neyrelle, ¿más de lo que parece?

Me estabas protegiendo. No quiero odiarte. Y lo intento. En serio.
Neyrelle, con su madre muerta en brazos, hablando con el protagonista
La joven que se dedicaba a buscar artefactos Horadrim junto a su madre y no parecía tan importante como al final lo fue cuando completamos el juego. Yo tengo dos puntos de vista sobre ella: el primero, que es lo que parece, una chica impulsiva y talentosa que adquiere relevancia en la trama por casualidad. El segundo, sin embargo, es algo más paranoico por mi parte.
Si bien cuando volvemos a verla estrecha su relación con el grupo, en especial con Lorath, no puedo evitar notar esas pequeñas alarmas. En el primer acto utiliza la nigromancia para reanimar a su madre y está dispuesta a ir más allá, solo que la propia Vhenard la disuade. Luego está lo de odiar a nuestro protagonista, algo que en cualquier otro contexto no importaría… Pero con Mefisto presente, el concepto del odio es clave.
Las palabras de Lorath respecto a ella, «la necesitaríamos más de lo que ella nos necesitó», me hacen pensar que la chica esconderá algo más. Al fin y al cabo, una vez terminada la historia, ¿cuándo fue tan útil Neyrelle? ¡Casi al contrario, diría yo! Entre eso y que Mefisto siempre ronda cerca de ella como en este primer acto, sumado al destino final que comparten… ¡me surgen teorías locas!
Probablemente el tema no irá más allá de su decisión en el clímax de la historia, que es lo que la vuelve trascendental de cara al futuro contenido. Aun así, teniendo en mente esas pistas y lo muy involucrado que está Mefisto en el destino de los personajes… No me extrañaría que se revelase a la chica como otra herramienta del Señor del Odio.
La decadencia de Inarius

Si algo he aprendido en mi tiempo aquí, es que lo que buscamos y lo que necesitamos… rara vez coinciden. Pensé que sabría acabar esta guerra, pero no ha habido un final. Solo más dolor. Todo lo que he hecho me ha alejado de mi hogar, del sitio donde necesito estar. Este mundo que creamos nació de lo imposible, pero como sus creadores, se pudre desde el interior.
Inarius, durante nuestra audiencia
Tu especie es débil y este mundo se ha consumido en las cruzadas de los indignos.
Ojalá pudiéramos conocer a Inarius antes de sus años de tortura en el Infierno o durante esa época en la que creía en el mundo que creó junto a Lilith, Santuario. Pero lo que tenemos en Diablo IV es un ángel totalmente consumido por sus malas experiencias y su propia obsesión con volver a los cielos. A esas alturas, el resto le importa bien poco.
En ese sentido, creo que la presentación de Inarius en el juego es increíble, tanto cuando lo vemos por primera vez como por su influencia entre los humanos tras su regreso a Santuario. Me hubiese gustado que saliese mucho más, porque lo que presenciamos sobre él en este primer acto me encantó. La escena de nuestra audiencia con él es bastante potente y dice mucho del ángel.
Cuando empiezan a hablarnos de la profecía de Rathma y, persiguiendo a Lilith, somos testigos de las conversaciones entre Inarius y su hijo, acabamos de entender de qué pie cojea el Padre de Santuario. En este momento de la historia, el tipo simplemente lo distorsiona todo para no tener que afrontar la verdad de cara.
Opino que necesitábamos ver la escena en la que Inarius mata a Rathma, porque ya conocemos a Blizzard: si no se vio, puede haber sucedido cualquier cosa. Personalmente, no creo que alguien como el primer nigromante haya muerto solo por eso. Pero las represalias no tardarían en alcanzar a su ejecutor; en unos cuantos actos y precisamente de la mano de Lilith.
Amor de Madre

No sé si habrías elegido permanecer a mi lado en este nuevo mundo, Rathma, pero te habría guardado un lugar… igualmente. Y ahora… me han robado todo lo que… podrías haber llegado a ser.
Lilith junto al cadáver de su hijo
Robado.
Cada vez que Lilith protagoniza una cinemática se convierte en oro puro. En este caso, su amor hacia Rathma parece más que genuino. Lo sentí muy bien reflejado en sus gestos y expresiones cuando le habla al cuerpo sin vida de su hijo. Y si nos fijamos en el futuro encuentro que tendrá con Inarius, queda más que claro el resentimiento que le guarda por ese asesinato.
Son este tipo de cosas por las que me encanta Lilith como villana, pues no es «la mala» sin más. No se corta en utilizar cualquier medio para conseguir sus objetivos y le importan bien poco las consecuencias de sus acciones. Sin embargo, es obvio que siente y padece por temas ajenos al poder personal, por retorcidos que pudieran ser sus sentimientos.
Llegados a este punto y solo con el primer acto superado, resulta evidente que no estamos ante la típica guerra de buenos contra malos. Visto el excesivamente estricto control de la Catedral de la Luz sobre los humanos de Santuario, parece difícil considerarlos mejores que aquellos que aceptan el regalo de Lilith.
Gracias a todo eso, las palabras de Inarius adquieren valor: el mundo de Santuario está pudriéndose. Pero la culpable no es solamente Lilith y los demonios. Tanto ángeles como los propios humanos contribuyen a su bucle de desgracias, todos sumergidos en una espiral interminable similar al Conflicto Eterno. ¡A pesar de que Santuario se creó para escapar de eso!…
Conclusiones

Un capítulo que sigue teniendo de todo, poniendo sobre la mesa a individuos interesantes como Prava, Inarius y Neyrelle que seguiremos viendo en el futuro. Imposible olvidar a Vigo, un gran secundario cuya muerte escuece un poco. Lo más importante es que todos los personajes se sienten muy coherentes y cercanos, sumergiéndonos todavía más en sus problemas dentro de Santuario.
La primera vez que jugué lo que más me llamó la atención fue el Lobo Ensangrentado, quien ya sospechaba podría ser Mefisto. Presté atención a cada una de las palabras que escuchábamos de él, pues todas parecen demasiado bien medidas. Y obviamente, las apariciones de Lilith siempre son memorables, tanto en las grandes cinemáticas como en pequeños diálogos con otros personajes.
Lo dejaremos aquí por hoy, que ya es hora de abandonar las Cimas Quebradas y viajar a Scosglen. ¡Nos veremos en el siguiente, el Acto II: Doble giro de cuchillo!