¿Por qué me gusta tanto Three Houses? Perspectiva Fire Emblem
No sería la primera vez que me lo preguntan, ¿y por qué me gusta tanto Fire Emblem: Three Houses? Puedo dar muchos motivos: sus personajes, la historia, las batallas, el continente de Fódlan… Pero me doy cuenta de que pocas veces me centro en uno de los detalles que hacen tan especial este juego: sus rutas. O mejor dicho, lo que representa vivir cada una de ellas. ¡Ojo, que utilizaré SPOILERS de Houses y Hopes!
Rutas de Three Houses, ¿cuál es mejor?
Elecciones en Fódlan
Three Houses propone en su inicio que elijamos a una de las tres casas de Garreg Mach, ligándonos tanto a la facción que representan como a las personas implicadas en cada una de ellas. Empieza con ese claro simbolismo: una simple decisión basada en tu primera impresión puede marcar el destino y determinar a qué personas nos acercamos… y de quién nos alejamos.
En esa situación, el punto de vista del mismo conflicto cambia radicalmente. Es más fácil empatizar con alguien cercano, ya que sabemos qué le motiva a actuar y entendemos el contexto que lo llevó hasta ahí. Todo ese proceso es difícil o imposible con alguien a quien no conocemos y muchas veces ni intentamos entenderlo. Pero, ¿y si pudiéramos ponernos en su lugar? Pues eso ocurre aquí.
Fachada en Garreg Mach

Nuestros protagonistas comparten temporalmente un hogar, por lo que debería ser más fácil que se entendieran mejor entre ellos y formasen vínculos que los acerquen, a pesar de sus orígenes. Sin embargo, acaban sumergidos en una guerra irreconciliable. El resultado tiene más de una causa, por supuesto, pero la responsabilidad también reside en la estructura de la Academia.
Los alumnos están separados en las distintas facciones a las que pertenecen y liderados por los futuros representantes de sus reinos, una simulación de la situación que vivirán al salir. De la misma forma, el trato entre las tres casas (con la Iglesia de fondo) es más cortés que amistoso, especialmente por parte de sus jefes. Al fin y al cabo, están practicando para lo que les espera fuera y su responsabilidad es enorme.
Aquí se origina el primer gran error que todos pagarían más adelante. Separándolos se dificulta que tomen confianza y noten sus similitudes. Y ya sabemos que dos de esos líderes no son célebres por su facilidad para abrirse a los demás… Mirándolo en retrospectiva, parte de los problemas de Three Houses los causan malentendidos. Una guerra que podría haberse evitado mediante el diálogo y la conexión.
Siendo esto un juego y encarnando a Byleth, no tenemos vínculos previos y podemos unirnos a la casa que queramos, conocer su historia y luego repetir desde otro punto de vista. Es ahí, cuando conocemos lo que hay tras cada facción y su líder, que las escenas clave de cada ruta toman otro significado. Especialmente las finales. Y sientan de forma muy diferente a la primera vez que las vivimos.
¿Quién es el villano?

Con solo completar una partida, cualquiera entenderá que los villanos reales son las Serpientes de las Tinieblas, el grupo que está detrás de las manipulaciones y tragedias que marcan a nuestros protagonistas. No quiero ahondar en ellos ahora, pero resulta curioso que ningún fan centre sus enemistades en esa facción y sí en Edelgard, Dimitri o Rhea, ¿verdad?
Quizá se deba a que las Serpientes son el tipo de «malo genérico» que no suscita tanto interés como el resto de personajes. Pero también se debe a que se perciben como algo ajeno, casi una representación abstracta de la oscuridad que hay detrás de cada suceso. Estos individuos son la fuente de la mayoría de problemas, pero nuestros protagonistas no se enfocan tanto en ellos como en sus rivales más directos.
Edelgard prioriza su revolución antes que la oscuridad que tiene justo al lado; Dimitri lo ignora, incapaz de ver más allá de su tragedia y busca responsables inmediatos en los que desfogarse; Rhea percibe a todo lo que escape de su firme estructura como una puerta abierta al regreso de un «mal» que ya sufrió. ¡O eso ocurre en Three Houses!
Algo que me gusta de Three Hopes es que, cuando los personajes detectan esa «oscuridad» antes de tiempo, son capaces de reaccionar y alterar su destino. Enfocarse en lo importante e intentar entender lo que hay detrás de cada persona, incluso del enemigo, puede cambiarlo todo. Hopes es el perfecto reflejo de que una perspectiva distinta e incluso una sola persona puede marcar la diferencia.
Finales no tan felices

Una visión simplista podría hacernos entender que cada conclusión de Three Houses es un final feliz. El protagonista de la ruta y el reino que lidera prosperan junto a Byleth, nuestros aliados son felices y siguen con su vida. Al fin y al cabo, obtuvimos la victoria. Sin embargo, entendiendo todo el contexto, es fácil ver el precio que pagamos para alcanzar dicho objetivo.
En este tipo de conflictos, igual que en muchos otros, el éxito de unos supone el fracaso de otros. Que Dimitri escape de su oscuridad también significa que Edelgard no pudo hacerlo. De la misma forma, la victoria de Edelgard se alza sobre los cadáveres de Rhea y Dimitri. Y luchar por mantener la doctrina de Rhea y la Iglesia les cuesta la vida a los otros dos.
Cuando los conocemos a todos, entendemos que ni Rhea ni Edelgard son «las malas», y Dimitri no está «loco y obsesionado» sin motivo. Siendo conscientes de sus historias, el sufrimiento que todos atravesaron y el mal que marcó sus vidas, vemos que todos tenían buenas intenciones. Por desgracia, no encontraron el punto en común o ni lo intentaron, y pisan al resto en su camino a la victoria.
Ni siquiera Claude, que es el más neutral y abierto a las alianzas, es capaz de evitar todas las tragedias. Él lucha por sus propios objetivos y su gente para cumplir su propósito, uno que habría podido beneficiar tanto a Dimitri como a Edelgard y Rhea a largo plazo. Por desgracia, ninguno de ellos sobrevive para ser testigo del resultado. Y es una pena.
La lección de Three Houses

A lo que quería llegar con todo esto es a lo que nos hace sentir la experiencia completa de Three Houses. Permite que convivamos con sus personajes, los comprendamos, nos encariñemos y compartamos sus victorias. Pero son los mismos personajes que mueren de forma injusta o miserable en otras rutas, cuando acompañamos a un protagonista distinto. Y es una lección importante.
A veces queremos ver cada conflicto como una lucha de buenos contra malos, donde nosotros estamos en el lado correcto de la historia. Sin embargo, la realidad suele ajustarse más a otra gran verdad: lo que hay son aliados y enemigos, personas que no quisieron o no pudieron entenderse. Y muchas veces las consecuencias no las pagan solo los principales implicados.
Yo completé la ruta de Edelgard en primer lugar en 2019, y su victoria me pareció satisfactoria. Vi las muertes de Dimitri y Rhea como algo natural, eran el enemigo. Quería saber más de Dimitri, eso sí. Tal necesidad me llevó a jugar la segunda partida con los Leones y entendí la tragedia que sufrió ese hombre. A partir de ahí, nunca pude ver la ruta de Edelgard con los mismos ojos. Y sufrí mucho su caída en la de Dimitri.
Con Rhea parece más complicado empatizar, pero también podemos hacerlo. Y es que será autoritaria y cometerá muchos errores, pero todo tiene un motivo detrás, un nivel de sufrimiento y tragedia similar a los demás. De esa forma, como en la vida misma, nunca tenemos una conclusión perfecta. Solo existe la que podemos alcanzar con las oportunidades que pusieron a nuestro alcance.
Three Hopes, alternativa de esperanza

En Hopes, el spin-off, hay dos cambios que marcan el destino de todos los implicados en esta guerra: la aparición de Shez y el rescate de Mónica. Es curioso, pero estos dos eventos alteran de forma coherente todos los sucesos que el futuro deparaba a nuestros personajes. Y no son cambios mágicos ni milagrosos, lo vemos en sucesos importantes e interacciones entre personajes durante cada ruta.
Sus escenas clave tienen una menor calidad visual que en Houses, pero a nivel narrativo me parecen muy impactantes. Mis favoritas están en la ruta de Dimitri. En ella, el apoyo que se dan entre los Leones consigue que su líder mantenga su estabilidad mental. Justo por eso nunca llega a sucumbir a sus demonios ni a obsesionarse. Al contrario, camina hacia la luz antes de tiempo.
De esa forma vemos escenas que me llegaron al alma, como él plantándole cara a Thales para proteger a Edelgard hasta enterarse de la verdad, o dejándola vivir al final del juego. El suyo es el caso más claro, pero tenemos otros como el de Rhea. Al final de la ruta de Edelgard, a pesar de ser su enemiga declarada, la mujer reconoce a Thales como el origen del mal y en el último momento, deja a su antigua alumna y decide atacar a la Serpiente. Poco se habla de ese gesto.
Junto a Shez, creo que Dimitri es el representante de la esperanza en este juego. Estamos ante el único capaz de convertirse en el núcleo de unión para todos los personajes, impidiendo que se asesine a Rhea, aliándose con Claude y frenándose contra Edelgard, comprendiendo que hay algo más detrás de su revolución. De hecho, en ciertos diálogos aplaude su determinación, aunque no comparta sus métodos.
Conclusiones

En fin, quizá me enrollé un poco (y dejé cosas en el tintero, que conste), pero quería reflexionar sobre las razones por los que me gusta tanto Three Houses. En este caso, son motivos narrativos directamente relacionados con la posibilidad de vivir la historia desde tantos puntos de vista distintos. Y de regalo tenemos Three Hopes, presentando alternativas más idóneas donde no todo es amargo.
Ambas aventuras son viajes maravillosos donde el punto fuerte reside en sus personajes y los diferentes enfoques por los que podemos apreciarlos e interpretarlos. Siempre que veo a alguien despreciando a uno de los protagonistas, suele dar la casualidad de que era su enemigo en la ruta que jugó. Y yo le motivaría a jugar la otra parte para ver qué opina con todo el contexto.
En tiempos donde la polarización está muy presente en nuestro día a día con diferentes temas, es positivo vivir experiencias del estilo. Obviamente, esto es ficción en un videojuego, con situaciones de fantasía o idealizadas, pero hay muchos detalles extrapolables a la realidad.
Además, qué demonios, siempre defiendo la rejugabilidad de los videojuegos. En esta época es complicado que alguien decida jugar una segunda partida al mismo título, teniendo tantas opciones en el mercado. Si Fire Emblem: Three Houses lo logra con tantos usuarios, ¡será por algo!
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