God of War 2018-2022, alcanzando el Ragnarok
No hace demasiado que terminé mi viaje principal por estos nuevos God of War, los dos juegos de 2018-2022 respectivamente. Dudaba sobre dedicarles algo en la web, pues no soy el mayor fan de la saga del dios de la guerra griego. Y bueno, es evidente que al final tomé la decisión de exponeros mi opinión sobre ambas experiencias.
Para daros contexto de mi situación como jugador en esta franquicia, os diré que jugué hace años varios de los antiguos títulos y por aquella época me entretuvieron, pero no eran mis favoritos. Tengo pendiente darles un repaso para ver qué opinaría a día de hoy. En resumen: me adentré en la nueva saga sin grandes prejuicios.
Podéis tomar la entrada como mi reflexión sobre ambos juegos y la experiencia en general, sacando luego unas conclusiones personales al respecto. Dicho esto, empecemos por el principio, la mayor de las obviedades.
El primer God of War (2018)

Ojalá no me matéis los mayores seguidores de este título, sé que sois muchos… pero una vez experimentado, admito que lo veo sobrevalorado. Echando la vista atrás, me sorprende que ganase el premio al juego del año. ¿Quiere decir eso que me parezca malo? ¡Para nada! Por lo menos, yo no lo creo así.
GOTY en The Game Awards 2014-2021
Las virtudes de este primer God of War son claras: un acertado sistema de combate y el apartado audiovisual. De hecho, la nueva saga invierte bastante tiempo en presumir de potencia gráfica, algo que no me parece mal, pero a veces sobran escenas demasiado lentas que podrían invertirse en darle mayor contexto al viaje.
Creo que debieron hacer mayor énfasis en su otra gran baza, que son los combates. Por desgracia, la acción se encuentra muy espaciada en la aventura principal y hay demasiado puzle entre batallas. Además, no alcanzamos el verdadero atractivo de su fórmula hasta desbloquear la segunda arma del protagonista. Y eso no es todo…
Para mí, el ritmo de la trama y sus antagonistas no están a la altura de la interesante pareja que lidera la aventura. Es algo que reafirmé al experimentar la secuela, Ragnarok. Bajo mi punto de vista, necesitaban aprovechar un primer viaje tan contemplativo para ubicar mejor a Kratos en esta ambientación nórdica y situarnos bien respecto a su nueva familia.
Llegamos al Ragnarok

En contraste con el primero, opino que aquí hicieron bien los deberes, tomando nota de la experiencia anterior. Es una secuela muy continuista, pero ya solo el inicio del juego alberga más emoción en su historia que la aventura anterior al completo. No es precisamente lo único que mejoran de la experiencia, aunque sí querría hacer especial énfasis en eso.
Cuando hablamos de un juego con un enfoque tan claro en su narrativa y protagonistas, necesitamos que sean atractivos y queramos descubrir más sobre ellos. God of War Ragnarok logra extender nuestro interés hacia el resto de personajes. Los enanos Brok y Sindri, la bruja Freya e incluso antagonistas como Thor y Odín, ahora sí, cumplen genial con su rol.
El trío de Kratos, Atreus y Mimir funciona tan bien como ya se veía en el primer juego, claro. A mí personalmente me encantó el niño, mi indiscutible favorito, y en Ragnarok brilla mucho más que antes. A ellos se suma un buen número de nuevos personajes que me gustaron, dan credibilidad a su universo y se incorporan de forma natural a esta historia.
Por supuesto, la jugabilidad recibe su gran dosis de mejoras. El número de combates se incrementa, accedemos antes a las armas de Kratos y enriquecen el viaje con más compañeros de travesía. Incluso nos dejan controlar a Atreus en ciertas partes de la aventura. Sigue teniendo esos puzles del primer juego que me parecieron pesados, pero aquí la mayoría son opcionales y no entorpecen el ritmo.
¿God of War?

La saga merece la pena si eres consciente de su cambio respecto a los viejos juegos de acción liderados por Kratos. Especialmente el segundo juego, Ragnarok, que en mi opinión sabe gestionar mejor sus virtudes. Sin embargo, una de las razones que más me impulsan a regresar a los viejos God of War es esta: ¿hacía falta que las nuevas aventuras fuesen una continuación de esa historia?
Me gustó Kratos como personaje aquí; conecto con su personalidad, sus orígenes y los conflictos que arrastra a la hora de criar a su hijo. Pero no puedo evitar plantearme que cualquier otro podría tomar el lugar del padre de Atreus. No nos engañemos: el protagonista real de las nuevas historias es el niño.
La estructura de ambos juegos con ambientación nórdica, sus múltiples referencias a la mitología y el equilibrio entre narrativa, puzles y combates le pega más a Atreus que a su padre. Es a él a quien le interesa resolver esos misterios e investigar. Y resulta evidente que no comparte esa naturaleza curiosa con Kratos, quien encajaba mejor en los juegos de los que procede.
Definitivamente, creo que la propuesta sería todavía más redonda con otro personaje propio de ese mundo tomando el lugar del viejo dios de la guerra griego. Supongo que a nivel comercial funciona genial si en portada se encuentra alguien conocido como Kratos, pero ahora soy capaz de entender porqué no todos los viejos fans están contentos con dicha decisión.
Conclusiones

En general, me gustó vivir la nueva experiencia God of War, pese a que en algunos aspectos no sea el estilo que prefiero. Desconozco la impresión exacta que daré con esta opinión, pero veo ambos juegos muy decentes, por mucho que crea Ragnarok bastante superior a su precuela. Además, me dieron ganas de rejugar los viejos títulos tras tantos años.
Y hasta aquí la crítica. Del viaje, me quedaría especialmente con la parte de Atreus en Ragnarok, un hilo interesante del que espero se aproveche algo más en el futuro. Ojalá que mi tolerancia a sus puzles se suavice y algún día me apetezca explotar al máximo las secundarias del segundo juego. No completé todos los combates opcionales y tienen muy buena pinta.