Aventuras en WoW Classic, reflexión dedicada al 19 aniversario

Cualquiera que me lea sabrá que no apruebo la decisión de Blizzard de dar tanta importancia al WoW Classic, pero ya que está ahí, ¿por qué no disfrutarlo y escribir sobre mis aventuras? Además, estamos en 23 de noviembre, ¡el 19 aniversario del MMORPG! Y no me dio tiempo a preparar otra cosa, para qué os voy a engañar.

Os contaré mi experiencia en los inicios, pero eso sí, basándome en la actual versión de Wrath of the Lich King. ¡A ver qué me aportó este nostálgico viaje! Soy un usuario ya veterano de World of Warcraft, jugándolo desde la versión beta hasta ahora, y casi siempre fui de la Horda. Así que en esta ocasión tomé decisiones muy distintas.

Empecé en la Alianza con un elfo nocturno druida. ¡Una combinación y zona inicial bastante ajenas a mí! Y bueno… hacía mucho que no recorría estas tierras tan quemadas a día de hoy.

¡Antes del Cataclismo!

Aventuras en WoW Classic Darnassus elfo nocturno
A veces sospecho que Sylvanas quemó Darnassus porque apenas se utilizaba, ¡sin más!

Mentiría si dijera que no me lo pasé bien experimentando en un entorno tan ajeno a mis preferencias a la hora de jugar WoW. Siempre fui un gran amante de la raza de los muertos vivientes; empezar en Teldrassil, merodear por Darnassus y realizar misiones en la Costa Oscura fue un comienzo peculiar. Son entornos que, antes de Cataclysm, apenas visitaba.

Empecé sin reliquias ni dinero, así que la experiencia se hacía lenta, pero satisfactoria gracias a la nostalgia y la compañía. Por supuesto, la subida de nivel es tres veces más disfrutable con uno o varios amigos. Decidimos evitar repetir mazmorras para progresar y dedicarnos más a la aventura, una decisión acertada para lo que quería experimentar.

Fue toda una punzada en el corazón volver a valorar el hecho de comprar la primera montura, entreteniéndonos en ese largo viaje hasta Vallesfresno. Poco después nos apeteció cambiar de aires y tomamos el barco hasta Ventormenta, donde seguimos con la odisea realizando misiones en el Bosque del Ocaso y siguiendo hacia el sur hasta la Vega Tuercespina.

Por el camino realizamos alguna mazmorra para completar misiones y tocó sufrir las horribles Cavernas Brazanegra o el molesto Gnomeregan. Pero sí que gocé de las Minas de la Muerte, las Cavernas de los Lamentos y por supuesto, del Monasterio Escarlata y Zul’Farrak. Aun así, en ese tema prefiero las versiones actuales más moderas. Sin embargo, si hablamos del propio viaje…

La experiencia de rol clásica

Aventuras en WoW Classic Claros de Tirisfal

Es cierto que muchas de las simplificaciones realizadas en World of Warcraft a lo largo del tiempo fueron necesarias, pues mejoran la calidad de vida de los jugadores y agilizan la experiencia. Aun así, no podemos pasar por alto que el verdadero componente de rol aventurero se perdió con los años. Y es que el enfoque se centró más en el contenido «end-game» que en el viaje hasta ahí.

Yo disfruto de todas sus vertientes, pero admito que lo que más me gustaba del juego era subirme personajes. Se sentía como una gran aventura, una que podías abordar como quisieras y seguir el camino que más te apeteciese… siempre teniendo en cuenta las limitaciones que la propia progresión te impone. Ése es uno de los detalles que se diluyó con el tiempo.

La peligrosidad de ciertos lugares según el nivel o la cantidad de enemigos era un factor que aportaba mucho al viaje. Nuestra necesidad de avanzar por ciertas zonas para subir de nivel, sintiéndose cada paso muy significativo, así como el valor del equipo que encontrábamos durante el camino. Al final, necesitábamos tanto experiencia como objetos para afrontar desafíos cada vez más duros.

Sé que desde hace tiempo el trayecto se banaliza entre reliquias, buscador de mazmorras, ajuste de niveles y tantísimos indicadores. Pero para mí es muy disfrutable esa aventura «a ciegas», visitando cada zona y aldea que nos apetezca, viajando, potenciando a nuestro personaje, utilizando las habilidades de control y objetos para sobrevivir, el JcJ… Todo formaba parte de la experiencia rolera de antaño, que a mí me encantaba.

Druida todólogo

Aventuras en WoW Classic Zul'Farrak

Algo bastante destacable de la aventura jugable en estas viejas versiones era que cada uno debía conocer a fondo su clase y las múltiples herramientas que tenía la mayoría para sortear cada peligro. En mi caso, me sorprende lo versátil que era el druida en su momento y lo mucho que sus capacidades sirven para cualquier situación.

Siempre dejando claro que carecía de equipo con reliquias (algo que facilitaría bastante el progreso), me parece muy divertida la forma en que aprovechamos las habilidades de los personajes tanto dentro como fuera de mazmorra. En el tema druídico, es una gozada estar atento a utilizar tus raíces enredaderas, dormir a los animales para reducir la amenaza o apoyar en la curación pese a que no sea tu rol principal.

Si bien se notan las carencias de la versión clásica, como en gestiones de maná o la cancelación del auto-ataque, agradezco que la clase sea potente en su global y no solo en la especialización elegida. Enfoqué mis talentos y equipo para oso, que es mi favorita, pero durante el viaje también estuve dañando enemigos en forma de gato o conjurando huracanes para dañar en área, además de las sanaciones.

En resumen, que el enfoque «retro» sienta genial de vez en cuando, pese a preferir lo actual. Ojalá tomasen este tipo de cosas en cuenta y, en vez de rescatar versiones clásicas, mejorasen World of Warcraft en general añadiendo más opciones jugables. Creo que lo más cercano a este tipo de experiencia fue el inicio de Shadowlands en Las Fauces, ¡y no duró demasiado!

Conclusiones

Aventuras en WoW Classic druida oso

No negaré que a día de hoy algunas cosas pueden sentirse pesadas, pero sospecho que es más por nuestro ritmo de vida actual que por los años que la versión de Wrath of the Lich King Classic tendría encima. Al final, tomándolo con calma y apreciando los ratos que pude dedicarle, admito que lo estoy pasando bastante bien.

A día de escribir esto solo superé el nivel 40 e ignoro si encontraré hueco para continuar mucho más allá, pues sin contar obligaciones de la vida, hay demasiados videojuegos que me interesan más. También es que prefiero el WoW actual… ¡Esto ya lo viví, a fin de cuentas! Aun así, de continuar con la aventura y llegar a las zonas de Terrallende y Rasganorte, quizá vuelva a escribir al respecto.

Tampoco voy a irme sin señalar la importancia de Cataclysm, una expansión infravalorada que remodeló las zonas y la experiencia de subida de nivel en si misma. Nos gustarán muchos los tiempos clásicos, pero resulta innegable que el diseño de misiones original es tremendamente mejorable y Alamuerte vino a cambiar eso. Un Destructor muy amable… y qué poco se le valora al pobre dragón.

Top expansiones World of Warcraft

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *