Miyamoto Iori, el genial protagonista de Fate/Samurai Remnant
Tengo muy reciente Fate/Samurai Remnant y lo que más me gustó de la experiencia fue su protagonista, Miyamoto Iori. No es el único buen personaje (ahí están, Saber, Chiemon y compañía), pero sí es el mejor trabajado. A mí me impactó a nivel personal y creo que podemos identificarnos con él en ciertos aspectos. Obviamente, salvando la distancia entre épocas y obsesiones enfermizas.
Este texto que voy a dedicarle al protagonista está basado en mi interpretación del personaje, argumentada a raíz de la experiencia vivida en el juego, con la información y diálogos que vemos durante la partida. Aviso que estará lleno de SPOILERS de la aventura y sus finales. ¡Ya estáis prevenidos!
Valoración Fate/Samurai Remnant
El Camino de la Espada

«¡Ahora es el momento de sobrepasar la esgrima que vi aquel día!»
Miyamoto Iori es un disciplinado y habilidoso ronin que vive en paz durante el período Edo. Quizá induce a la confusión lo mucho que Saber repite que él es débil, pero está claro que su talento y dedicación son inusuales entre los guerreros de esa época. Al fin y al cabo, la paz consiguió que no se necesitasen tantos espadachines como cuando la propia Saber vivía.
El núcleo argumental de esta historia es el ritual de la Luna Creciente, un evento en el que Iori se ve involucrado directamente y afecta a su desarrollo como personaje. Nosotros vivimos esa evolución desde el primer minuto (a nivel argumental y jugable), enterándonos poco a poco de su trasfondo y los verdaderos deseos que esconde en su interior, arrastrándolos desde hace años.
Al final, Iori lleva toda su vida fascinado por la técnica de la espada que presenció en su niñez y su máxima aspiración es superarse a si mismo en dicho arte hasta alcanzar la perfección. El periodo de paz y la influencia de su hermana Kaya atemperan dichos deseos, pero siguen presentes. La naturaleza del ritual de la Luna Creciente solo hizo que sacarlos a la luz y hacerlos estallar en uno de los finales.
Según nos cuenta él mismo, su maestría con la espada se apoya en el hecho de comprender a los demás, porque de esa forma sabrá cómo vencerlos Y es cierto que siempre lo vemos analizando la actitud de todos los personajes. Por eso, cuando lo tildan de amable durante la trama, él no está de acuerdo. Iori lo achaca todo a su camino de la espada y por ello cree que todo obedece a ese fin. ¡Aunque yo no estoy tan seguro!
Complejidad del personaje

«Si realmente pudiera pedir algo que fuese imposible de otra forma…»
Aunque entiendo y me encanta que el protagonista tenga una aspiración personal más allá de vivir en paz y cuidar a sus seres queridos, opino que antes de la Luna Creciente sí encontró ese equilibrio. Ahí está la complejidad de su personaje; pese a su ambición, es capaz de priorizar la paz en beneficio de alguien cercano como Kaya. Ella es la base que sustenta su actitud y los dos primeros finales. Pero también puede suceder lo contrario.
Estoy bastante seguro de que a la mayoría de nosotros nos pasa algo similar. Según la situación, actuamos de una forma u otra, decantándonos hacia lados totalmente opuestos según el contexto de cada momento. Bajo mi punto de vista, Iori es perfectamente capaz de vivir una existencia tranquila y relativamente satisfactoria, por mucho que sus deseos internos sigan ahí.
La prueba no solo está en que, de hecho, vivía en calma antes del ritual de la Luna Creciente. Su maestro, pese a entender sus preferencias en el camino de la espada, también vio la alternativa pacífica en la que podía ser feliz con las decisiones correctas. Sus aspiraciones nunca se harían realidad, ¡pero eso nos pasa a todos! Es muy difícil que lleguemos a cumplir nuestros mayores deseos. Aun así, aquí seguimos.
No todo es blanco o negro. Nuestro protagonista posee una ambición que acaba volviéndose enfermiza y obsesiva cuando ve que el ritual le ofrece su sueño de mejorar su maestría a niveles superiores, sí. Pero también puede lograr apartarse de eso y continuar con su vida. En definitiva, yo creo que Iori es alguien capaz de ser bondadoso de forma genuina y con el contexto apropiado. A otros personajes con aspiraciones similares les resultaría directamente imposible.
Finales alternativos

«Destruye la Luna Creciente… Takeru.»
Esa complejidad y la realidad de que no todo es tan sencillo se refleja genial en los tres finales del juego, todos ellos muy bien representados desde la perspectiva de Iori. En dos de ellos, el espadachín puede volver a su rutina anterior, cuidando de su hermana y manteniendo la paz de Edo. Sí, quizá nunca estaría del todo feliz o satisfecho. Pero creo que igual sucedería en el caso contrario.
Siempre nos quedará la duda de cómo logrará superar la experiencia y conclusión definitiva del ritual de la Luna Creciente, pues es ahí cuando su obsesión se alimenta y sale a flote. La vuelta a una vida pacífica que muestran los dos finales «normales» del juego puede ser complicada para Iori, pero creo que al final volvería a adaptarse.
Una vez más, podemos reflejarlo en la vida real. En el caso de Iori, Kaya es determinante para su estabilidad emocional y lo mismo le ocurre a mucha gente con sus seres queridos. ¿Cuánto cambiamos sin determinadas personas a nuestro lado? Además, aunque no se especifica la edad del personaje, parece muy joven. ¡Todavía le queda bastante por vivir! El tiempo cambia a cualquiera y esa es una posibilidad real para el futuro del espadachín. Igual que encontró a Saber, puede aparecer alguien más.
Mi final preferido de los dos «normales» es el de las Llamas del Resentimiento, en el que enfrenta a Chiemon, alguien infinitamente más perturbado que él. Ahí los protagonistas rescatan a Kaya y probablemente sea la experiencia que mejor beneficie al espadachín de cara al futuro. Aunque sus situaciones disten de ser similares, la locura de Chiemon y la necesidad de salvar a su hermana son lo que más podría disuadirle de sus propios deseos oscuros.
La verdadera conclusión

«Mi objetivo siempre fue el mismo; no puede cambiar. La única cosa que pido es… dominar el Camino de la Espada.»
Aunque ignoro si está confirmado como «true ending», mi final favorito de todos es en el que Iori acaba cediendo a su obsesión. Sencillamente magistral la interacción entre él y Saber en los compases finales. Me encanta por toda la construcción que tiene detrás. He leído opiniones por ahí que lo consideran demasiado abrupto, pero yo no lo veo así. Al fin y al cabo, llevamos toda la partida recibiendo pistas sobre lo que podría pasar.
Para mí, la experiencia en el ritual de la Luna Creciente es como un veneno en el corazón del protagonista. Le presenta oportunidades hasta entonces imposibles, como enfrentar a una encarnación de su maestro y otros maestros espadachines como Takeru. Todo ello saca a la luz su verdadera ambición, una que aquí impone sobre todo lo demás. Resulta muy refrescante que un personaje principal acabe cediendo a sus deseos egoístas, pese a que eso signifique enfrentarse a su mejor amiga o ignorar los sentimientos de su hermana.
Me emociona que sea Saber quien ponga fin al insano camino que Iori elige aquí, pues aunque ambos se complementan a la perfección, sus objetivos son incompatibles. Alguien condenado a la guerra que sabe apreciar la paz de otra época, debiendo acabar con su amigo, quien vive en tiempos de paz pero anhela el conflicto. No había nadie más apropiado que una verdadera amiga para cortar de raíz el oscuro camino que el protagonista se disponía a recorrer. Sus últimas palabras y la sonrisa final lo demuestran.
Una conclusión perfecta y emotiva con el último duelo, empañada por la triste realidad de que ese Iori no consiguiera vivir en paz. Sin embargo, de haber vencido a Saber y persistido el ritual, creo que el protagonista acabaría muerto de todas formas y en peores circunstancias, pues su decisión egoísta afectaría al bienestar de Kaya. No lo veo actuando con indiferencia ante esa posibilidad, porque sí le importa. Y mucho.
Conclusiones

«Como espada no pude ir más allá… ¿Pero acaso no fui bendecido con una verdadera amiga?»
Para mí, Miyamoto Iori es un protagonista perfecto para este juego, complejo e interesante, con una construcción y desarrollo geniales. Me encanta lo bien ligada que está su trayectoria a la jugabilidad en batalla, controlando a alguien que empieza necesitando la ayuda de Saber para enfrentar cualquier amenaza sobrenatural… y más adelante vence en duelo singular a una poderosa encarnación de su viejo maestro.
A pesar de que me enrollé sobremanera, podríamos seguir hablando de la bonita amistad que tienen Iori y Saber, o del contraste que ambos presentan en sus respectivas vidas. Si algo me faltó, es un mayor énfasis en la relación con Musashi durante el ritual de la Luna Creciente. Tienen buenos momentos, pero querría un poco más de interacción.
El tercer final ya nos lo adelantaba el opening, cuyo último tramo encaja perfectamente con lo que vimos en la historia. Ahora mismo, casi me siento como Iori: triste por el final de su historia, pero satisfecho de que acabó como debería. Y lo mejor es que también considero las conclusiones alternativas como una suerte de finales felices muy coherentes. ¡Que cada uno se quede con el que le apetezca y no dejará de tener razón!