Halls of Torment, adicción roguelite de estética Diablo
Me toca hablaros de un juego que, según lo probé, quedé enganchado durante horas a pesar de su aparente sencillez. Se trata de Halls of Torment (Steam), una experiencia que estéticamente recuerda a los primeros Diablo y goza de una jugabilidad del estilo que popularizó Vampire Survivors. Quien me conozca sabrá que lo que me atrajo a mí fue lo primero, por supuesto.
Sin embargo, puede que muchos no sepáis qué tipo de juego es, así que vamos a aclararlo antes que nada. ¡Y ya os adelanto que es muy distinto verlo en un vídeo a jugarlo de primera mano!
¿De qué va Halls of Torment?

Estamos ante un roguelite de acción que, sin preámbulos, te pone al mando de un guerrero para que te enfrentes a hordas de monstruos en el primero de sus escenarios. La misión consiste en sobrevivir partidas de 30 minutos, únicamente armados con el ataque básico y las diferentes habilidades pasivas que adquiramos en el camino. Al final del tiempo, si seguimos vivos, lidiaremos con un jefazo.
Pese a que en cada partida empecemos con el protagonista al primer nivel, iremos consiguiendo objetos y algunos recursos que sí se quedarán para siempre a nuestra disposición. Además, desbloquearemos hasta 11 clases de personaje (arquera, hechicera, cazador…) y otros cinco escenarios más donde enfrentarnos a distintos monstruos, mini-jefes y jefazos.
La gracia de la jugabilidad en Halls of Torment es que es extremadamente sencilla de entender. Requiere únicamente que movamos al personaje para desplazarnos y esquivar ataques, mientras apuntamos y golpeamos con los nuestros. E incluso esto último podemos configurarlo para que se ejecute de forma automática, concentrándonos solo en el movimiento.
Al final, el núcleo del juego reside en la progresión (las «builds»). Cada personaje tiene su estilo de combate, estadísticas y puntos fuertes. Tocará elegir bien el equipamiento que les asignamos y las múltiples mejoras a escoger según subamos de nivel durante la partida. Nuestra labor más importante será decidir qué potenciamos en todo momento, dando lugar a un buen número de opciones para diferentes configuraciones.
Más hordas que un musou

Aparte de gestionar de forma inteligente las mejoras de nuestro personaje, la clave para sobrevivir es saber movernos para recibir el menor daño posible. Al principio parecerá fácil, pero según avancemos y visitemos el resto de mapas, nuestros enemigos tendrán diferentes patrones de ataque y movimiento a tener en cuenta, contando también con que nos dañarán si nos tocan.
Debo decir que me gustaron las fases básicas las primeras veces, pero 30 minutos se pueden hacer largos y simples en los compases iniciales. Aun así, es el terreno perfecto para experimentar con las distintas clases y la cosa mejora según avanzamos. Por suerte, el verdadero reto empieza cuando accedemos al «modo difícil» de las salas del tormento.
Cada fase de dicho modo adquiere nuevo brillo en cuanto a desafío y emoción, pues aparecerá mayor número de enemigos y jefes todavía más agresivos. Esto se irá incrementando cuando adquiramos artefactos, que aumentarán las recompensas y el reto de la partida según los asignemos. Y será el momento de verdadera satisfacción al construir las mejores composiciones para nuestro personaje.
En esas partidas está el «pique» del juego, sumado al hecho de que tiene un montón de pequeñas misiones (traducidas a logros de Steam) con cada fase y personaje, así que tenemos vicio para rato. Y tiene su encanto en cualquier momento, porque existe espacio para probar cosas y jugar más relajados, o simplemente plantarnos de cara al desafío tras superar las fases iniciales.
Conclusiones

Llevo sobre 20 horas jugando a Halls of Torment y ya os digo que no planeo abandonarlo pronto. Me parece un juego muy adictivo que, con su sencilla premisa, otorga horas y horas de disfrute a poco que te guste su fórmula. Y lo mejor es que resulta muy económico (5 euros sin oferta) comparándolo con lo que ofrece.
Admito que dejé pasar varios de estos roguelite de hordas, pero la estética tan «diablera» de Halls of Torment me atrapó sin remedio. Alivia descubrir que también cumple muy bien en lo jugable, ¡y lo genial que me funciona personalmente para desconectar y centrarme solo en eliminar monstruos! Como en Diablo, vaya. ¡A veces es necesario!