Dragon Age: Inquisition en 2024, retrospectiva del GOTY de 2014
Preparándome para el inminente The Veilguard, decidí rejugarme Dragon Age: Inquisition este 2024. Y tampoco creáis que llevaba mucho tiempo sin pasarme, porque visito la saga casi cada año. Lo que sí es cierto es que Inquisition es la entrega que menos rejugué (¿unas seis veces ahora?) y siendo la última, tocaba refrescar la memoria.
Y aquí estamos, porque me apetece dejar mi opinión sobre los aspectos de la aventura que considero más importantes. Os advierto que excepto en la parte de jugabilidad, ¡habrá SPOILER en las temáticas de historia!
Combate: ¿el más fácil?

¿Se vuelve pesado de rejugar con el paso de los años? Yo diría que no. Inquisition es el juego más asequible de su saga e incluso en dificultad «pesadilla», el reto no resulta exigente. Bien es cierto que la progresión tiene mucho que ver, volviéndose más fácil conforme obtenemos equipo y habilidades a través del nivel. Sinceramente, yo recomendaría siempre el nivel «normal».
Mi partida en pesadilla, más que difícil, se me hizo tediosa durante unas horas del inicio. Los enemigos te destrozan de un par de golpes, tienen bastante vida y las escasas capacidades de los personajes a nivel bajo vuelven al combate algo aburrido. Esto empieza a cambiar cuando nos acercamos ya a nivel 10 o incluso antes, si decidimos utilizar la forja para fabricarnos buenos objetos.
Una vez bien pertrechados y conocedores de las tácticas básicas (tanque al frente con mínimo un mago encargado de las barreras), lo cierto es que luchar se hace entretenido. Es importante controlar la clase y habilidades que te gusten más (en mi caso, el guerrero), centrarte en dicho personaje y dejar que el resto se mueva conforme a las órdenes que plantees en tus tácticas.
El obstáculo que encontraremos para entorpecer nuestra diversión será la IA. No son pocas las veces que el grupo se reposiciona de forma horrible al intentar atacar. Otro problema es que casi ningún jefe presenta un desafío, exceptuando a Imshael y algún dragón de Emprise du Lion. Por ello, me reitero: mejor disfrutarlo en normal sin complicaciones artificiales, como esa brusca curva de progresión.
Exploración: zonas abiertas

En su día fue de las características que más adoré. Viajar por un «mundo abierto faseado» al estilo Dragon Age fue increíble, y no es para menos. Las zonas, en su mayoría, son preciosas y a mí recorrerlas me encantaba. Emprise du Lion, la Costa de la Tormenta… Pasé horas y horas explorando, completando objetivos extra, resolviendo pequeños puzles, buscando coleccionables y leyendo cada pieza del códice desbloqueada.
Tras seis rejugadas ya, sigue pareciéndome un viaje bastante bonito, pero es cierto que tiene algunos fallos. Personalmente, odio la recolección de materiales en este y en la mayoría de juegos, algo que siempre me entorpece el ritmo de la aventura. Y es cierto que hay monstruos que reaparecen sin razón aparente y en medio de varios combates.
Las críticas que suelo ver sobre las zonas semiabiertas se centran demasiado en las Tierras del Interior, la primera zona de todas, que realmente tiene un diseño bastante mejorable. Por lo demás y salvo contadas excepciones, la exploración es intuitiva y nos deja disfrutarla a nuestra manera. Y ya si tenéis el DLC del Descenso» y os gusta su temática, mucho mejor.
¿Qué os voy a decir? Me gusta este apartado a pesar de los años. Siempre queda a decisión del jugador el profundizar con la exploración o viajar solo lo imprescindible. Yo creo que, en especial la primera vez, es una experiencia maravillosa. ¡Por lo menos si te encanta este universo! Eso sí, en modo normal, porque en pesadilla se atraganta en ciertos lugares con monstruos reapareciendo sin parar.
Nuestra base: el Refugio y el Feudo

Siempre funciona la mecánica de tener una base a la que volver de forma frecuente y Dragon Age solo la tuvo antes en El Despertar con el Alcázar de la Vigilia. Aquí, el Refugio nos sirve de aperitivo para lo que vendría luego: el Feudo Celestial. Y dejando aparte lo conveniente de nuestra ocupación, lo cierto es que se siente como el hogar apropiado para algo tan grande como la Inquisición.
Los años pasaron y a día de hoy pesa la falta de facilidades para recorrerlo. Se hace necesario un mapa que indique la ubicación de todos los personajes (y no solo de los importantes), porque podemos saltarnos más de una conversación interesante si no acudimos a ciertas figuras que pasan por nuestra base. Y aunque sepamos donde están, a veces llegar hasta personajes como Cullen se hace tedioso.
Luego tenemos la «mesa de guerra», en la que se dispondrán una serie de misiones para que decidamos cuál de las tres grandes fuerzas enviar. Y esa elección de solucionar cada problema al estilo Josephine, Cullen o Leliana me parece una genialidad. Es como un mini-juego de decisiones añadido (que otros juegos como los Pathfinder adoptaron). Sé que más de uno se salta estos textos, ¡mal hecho!
Eso sí, los tiempos de las misiones en la mesa de guerra son un inconveniente; tal característica tenía potencial para dar algo mejor. Si jugamos en PC, podemos solucionar el tema con mods, ¡algo es algo! Pero dando un repaso a todas las opciones jugables, lo cierto es que fue un portento en su época y a día de hoy tendría potencial para extenderse más, como aprovechando de verdad los juicios en el Feudo.
Historia: la aventura principal

En Inquisition tenemos una premisa fascinante desde el inicio, porque si llevamos tiempo en la saga, conocemos el Velo y las terribles implicaciones que conllevaría algo como la Brecha que aquí debemos cerrar. Me ocurre igual que en su día; veo la forma en que inicia este juego y me da la impresión de que su temática tiene potencial para concluir a lo grande la saga Dragon Age.
Pero el caso es que dicha intención resulta demasiado grandilocuente para el alcance real del juego. La Brecha debería centrar toda nuestra atención y, sin embargo, Inquisition toca de forma superficial multitud de temas que bien merecerían su propio juego. Podríamos adjudicarle la Capilla por todo lo del Heraldo de Andraste, ¿pero qué hay de lo demás?
Al final, el fallo de esta historia reside en intentar abarcar demasiados conceptos importantes en una sola aventura, con lo que la mayoría se sienten apresurados o incompletos. No ahondamos suficiente en el conflicto de magos y templarios, pasamos a la carrera sobre el de los Guardas Grises, tenemos un solo evento grande relacionado con «el Juego» de Orlais y apenas un vistazo a los elfos antiguos.
Son demasiadas cosas que, si me preguntáis a mí, deberían resolverse mucho antes de ponernos a salvar el mundo de la influencia del Velo o lidiar con seres cuasi divinos. Y así siento la historia en general: apresurada, poco aprovechada e insatisfactoria en algunos de los asuntos tratados. ¿Tiene partes buenas? ¡Unas cuantas, y con escenas espectaculares! Pero, ¿es la peor trama de la trilogía? Para mí, sí.
Protagonista: el Inquisidor

Tras el mítico guarda gris personalizable, tuvimos a un Hawke con una historia y personalidad excelentes. Aquí quisieron combinar lo mejor de ambos protagonistas y el resultado fue nuestro Inquisidor. Ya os digo que no me disgusta, pero nunca me entusiasmó. Y es que, al final, es víctima de la excesiva ambición de la propia historia.
Para empezar, resulta complicado ser partícipe de sus logros. Nuestra Inquisición viene ya casi formada, repartiéndose el mérito entre Cassandra y Leliana, con Cullen justo detrás. El vital poder para cerrar brechas surge por un golpe de suerte y sus escenas importantes dependen de otros. ¡O son puro guionazo, como las que compartimos con Corifeus! Incluso el título del Heraldo de Andraste es falso.
En definitiva, las proezas del Inquisidor casi siempre son fruto de la casualidad o vienen por mérito ajeno. Y no está mal que sea así, pero cuesta sentirlo a la altura de un guarda gris que forjó sus alianzas durante todo un juego y palidece ante un Hawke que debía labrar su propio futuro. Además, no se siente un viaje tan personal como el de sus predecesores, precisamente porque el juego apenas toca el trasfondo del protagonista.
Para rematarlo, tenemos esa desafortunada escena con Hakwe, donde el Campeón de Kirkwall confiesa el peso de su responsabilidad… y nuestro Inquisidor lo menosprecia alegando que lo suyo era solo una ciudad y lo de él, todo Thedas. Esa forma de infravalorar a su predecesor, sea adrede o por accidente, queda horrible.
Villanos: Corifeus y compañía

La peor parte del juego y con ganas es la del villano, Corifeus, una figura surgida del genial DLC del Legado de Dragon Age 2. Un enemigo con potencial para ser tremendamente interesante, siendo en teoría de los que provocaron buena parte de las desgracias de Thedas. Alguien antiguo, poderoso y peligroso, una amenaza mayor al propio archidemonio de Origins.
¿Y qué tenemos aquí? Al enemigo más genérico que jamás ha creado BioWare, para mi desgracia. Sus discursos de maligno clásico no convencen en absoluto y apenas exploramos su figura más allá de… ¡una misión en la mesa de guerra! El desperdicio de Corifeus es tan grande que resulta hasta ofensivo. Pero la peor parte son sus escenas.
Todas las (pocas) apariciones de Corifeos, desde el ataque al Refugio hasta el combate final, son puros guionazos para hacer quedar bien a nuestro protagonista. No parece peligroso ni influente, ¡y debería serlo! Pero sus actos, tanto en pantalla como fuera de cámara, apenas generan consecuencias. Está tan mal planteado que queda ridículo; un antagonista superficial donde los haya.
Y eso por no hablar de su combate, mostrando tanto poder como para alzar todo el escenario, pero luego dedicándose a poco más que hablar mientras lanza habilidades simplonas. Debió ser una batalla masiva, con todos nuestros aliados al pie del cañón. Sin embargo, lo vencemos con cuatro personajes (y el aliado dragón, sea Morrigan o no) sintiéndose una victoria extrañamente fácil e insatisfactoria.
Sí es cierto que Samson o Calpernia no están mal, pero tampoco salvan la deplorable exhibición de Corifeus.
Personajes: compañeros y consejeros

De lo peor, a lo mejor, porque con los personajes de Inquisition elevaron tanto el nivel como BioWare nos tenía habituados. Exceptuando a nuestro pésimo villano, claro; todos los aliados, compañeros y consejeros están bastante bien planteados. Incluso los secundarios como la Madre Giselle o la fugaz pero potente aparición de Flemeth, aunque acabe mal para mi gusto.
No soy precisamente fan de Sera y tampoco me entusiasma El Toro de Hierro, pero el resto de compañeros me encantan. Se sienten reales, con sus problemas y matices, marcados por experiencias previas o acontecimientos que suceden a lo largo del juego. Blackwall y Cole me parecen buenos personajes. Vivienne, Dorian, Varric, Cassandra y Solas son para mí las estrellas.
Luego tenemos a los consejeros, que quizá no nos apoyan directamente en batalla, pero son los líderes de la Inquisición y su papel destaca tanto o más que el del resto. Josephine es la cara nueva y está a la altura; Cullen demuestra que su desarrollo a lo largo de los tres juegos es simplemente magnífico; Leliana es básicamente uno de los mejores personajes de Dragon Age.
Y luego está Morrigan, quien se une por sorpresa y muestra el cambio tan coherente que sufrió tras todo este tiempo. A mí su escena con Kieran y Flemeth me parece una genialidad y me hizo soltar alguna lagrimilla por la emoción que desprende. En definitiva, nos regalaron un montón de personajes increíblemente detallados que logran sostener a BioWare en lo más alto.
Romances: más allá de la superficie

No exagero si digo que BioWare popularizó esto de los romances en videojuegos más allá de las típicas citas JRPG. Y qué demonios, ¡merecido lo tienen! Inquisition contribuye a ello con una serie de relaciones románticas para casi todos los gustos, aunque la estética no sea su fuerte. Al fin y al cabo, el estilo artístico no acompaña, y tampoco lo hacen los peinados de los personajes.
Con el tiempo, he probado o visto todos los romances (excepto el de Sera, que no me interesa) y debo decir que están bastante bien en su mayoría. Cullen y Blackwall son interesantes por la cercanía a dichos personajes y sus conflictos internos, véase el lirio o la identidad falsa. Dorian más de lo mismo que los anteriores. El de Josephine es más sencillo, pero eso no la vuelve menos adorable.
Mis favoritos son Cassandra y Solas. El de la buscadora fue el que rejugué esta última vez y ahora, con más edad y experiencia, realmente me cautivó. Está muy bien trabajado, se siente natural y conectas sin problema con lo que expresa el personaje. Además, ya es extraño que tengamos romances con mujeres maduras como ella, que rondará los 40.
En cuanto a Solas, entiendo que sea la obsesión de un buen montón de jugadoras. Es el más atractivo por su misticismo, en especial si ya conoces quién es y qué ocurrirá con él, concluyendo (de momento) en el DLC del Intruso. Yo lo viví de primera mano y me gustó mucho; a pesar de estar menos implicado que con Cassandra, el de Solas parece ser una perfecta opción para el «canon» de tu inquisidora Lavellan.
Conclusiones

Iba a ahondar en cada misión principal, pero creo que ya hemos hablado suficiente de Dragon Age: Inquisition. Quizá por las partes negativas en las que fui especialmente estricto (como con Corifeus) os podrá parecer que no disfruto del juego. ¡Nada más lejos de la realidad! La mayor parte de mi tono es positivo, porque me encanta el juego, tanto antaño en 2014 como ahora en 2024.
Sí, quizá mi entusiasmo se reduzca al madurar y entender que ciertas cosas no son tan brillantes como pensaba y se simplificaron en aras de llegar al gran público. La edad me vuelve un poco quisquilloso y a veces no soy capaz de hacer la vista gorda con ciertos detalles. Sin embargo, debo reconocerle a Inquisition que se mantenga casi tan disfrutable como siempre tras diez años de vida.
De mi última rejugada, lo que más destacaría es la propia Cassandra y el volver a ver la escena de Morrigan con Flemeth. La buscadora es por mérito propio de lo mejorcito de Dragon Age y su romance es ya de mis favoritos del RPG. En cuanto a Flemeth, me duele horrores verla morir aquí. Jamás veremos a otra como ella… Y siempre pensaré que es un error garrafal apartarla de la saga.
Y poco más que añadir, aunque podría seguir hablando, ¿eh? ¡A ver qué nos depara The Veilguard!
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Sí a todo.
Tan bueno es yuka? A mí el 1 me sigue encantando, pero el 2 fue un pestiño que virgencita….. De este siempre he escuchado que fue peor que el 1.