Mis cinco ARPG nostálgicos, competidores imperfectos de Diablo
Me dieron ganas de hablar de mis ARPG nostálgicos y en concreto de exponer cinco de ellos que a pesar de sus múltiples imperfecciones, a mí me gustaron mucho. Esto me surgió a raíz del agridulce relanzamiento de Sacred 2, una versión remasterizada que tiene mucho trabajo por delante. Por cierto, ¡acabo de adelantaros uno de los seleccionados!
Siempre fui muy fan de la saga Diablo y su estilo de juego, eso está claro. Sin embargo, nunca me cerré a esas aventuras que toman la fórmula y ofrecen su propia experiencia. Esta vez no hablaremos de los actuales como Path of Exile 2, Last Epoch o el nuevo Titan Quest, que son los rivales modernos. Hoy le toca el turno a títulos antiguos, de más viejos a menos.
Baldur’s Gate: Dark Alliance I y II (2001-2004)

Vamos varios años atrás para exponer uno de mis puntos débiles, mi querido Dark Alliance. El «Baldur’s Gate malo», como lo llamábamos… y no nos faltaba razón si lo comparamos con la magnífica calidad de la saga principal. Sin embargo, a esta primera entrega ARPG le eché muchísimas horas de pequeño, tanto en solitario como en compañía de familiares.
Soy un tipo de costumbres y admito que, más allá de un par de veces, apenas toqué al protagonista humano y mucho menos al enano. Era fan de Adrianna, la hechicera, y a día de hoy sigue siendo uno de esos personajes que se quedaron conmigo por simple y pura nostalgia. A los mandos de mi heroína, superé incontables veces este juego, y eso que tenía también disponible al mítico Drizzt Do’Urden.
Admito que, de pequeñín, una de las cosas que más ilusión me hacía era que llegase fin de año para que alguien viniese a casa a completar el juego conmigo en cooperativo. Son momentos que guardo con mucho cariño. Y sí, luego salió Dark Alliance II y estuvo genial. De hecho, como juego, lo supera objetivamente… pero no para mí. ¡Fue genial que portearan ambos para plataformas modernas!
El regreso de Baldur’s Gate: Dark Alliance (vídeo)
Regreso de Baldur’s Gate: Dark Alliance II
Sacred 1 y 2 (2004-2008)

Le toca al que os destripé al inicio y probablemente el que mejor envejeció de su saga. ¡Aunque eso no es difícil…! Sacred 2 siempre fue bastante problemático entre sus numerosos errores, pero los fans le tenemos cariño igual. Con el tiempo, los mods y la versión Gold, lo cierto es que se juega bastante bien. Por lo menos si ya sabes cómo funciona. ¡Y a mí me encanta pasearme con mi guerrero sombrío!
De todas formas, admito que no tenía fresca esta segunda parte hasta que la rejugué hace unos años. Yo fui jugador habitual del primer Sacred y es al que más horas le eché, en buena parte porque pude jugarlo en compañía. Sin embargo, a día de hoy es mucho más amigable darle unas cuantas horas nostálgicas a su segunda parte y por eso me apetecía destacar este.
Ojalá la versión remasterizada del 2 mejore con el tiempo y podamos disfrutarlo sin complicaciones. Según uno de los desarrolladores, el regreso de Sacred 2 es solo el principio del retorno de la saga ¿Tendremos nuevo Sacred tras tantísimos años? ¿Cambiarán de idea al ver lo mal recibida que fue la remasterización? Sería una pena, pero tampoco me parece bien que saquen juegos rotos al mercado.
Dungeon Siege III (2011)

Probablemente sea una opinión impopular, pero jamás logré engancharme a los primeros Dungeon Siege como a este. Cuando llegó la tercera parte, a cargo de Obsidian, recibió muchísimas críticas negativas en mi entorno. Al principio me dejé influenciar y pasé de él, hasta que un día cayó en mi portátil y… ¡me encantó!
Ignoro cómo se compara a los anteriores y sí, sé que es muy lineal y tiene pocos personajes jugables con personalización limitada. Sin embargo, también ofrece una historia más interesante de lo habitual en estos juegos y sentía agradables a sus protagonistas. Mi favorita era Anjali y también me gustaba Katarina. Superé el juego varias veces y nunca me aburrió.
Mis memorias más preciadas del juego son de una época en la que no podía estar en casa durante días y solo tenía mi portátil. Ahí funcionaban pocos juegos, entre ellos Dungeon Siege III, y su compañía amenizó mucho ciertas semanas complicadas. Años más tarde volví a jugarlo, pensando que lo sobrevaloré por la época y que como decía la gente, no era tan bueno. Pero nada, seguía gustándome bastante. Hay que tener opiniones propias.
Torchlight II (2012)

En casa jugamos un poco al primero, pero apenas lo recuerdo; solo sé que era muy bueno, algo que confirmé en los últimos años. Pero esto va de juegos nostálgicos, y si hablamos de eso, mi apego se centra más en Torchlight II. Mi historia con este juego es curiosa, porque nunca lo tuve hasta hace poco, pero lo jugué en diferentes épocas a través de préstamos. Y me encantaba.
De hecho, considero que con este título empiezo a hacer trampa con eso de «competidores imperfectos» de Diablo. La trama en si no me gusta mucho, pero la estética y jugabilidad de Torchlight II era genial… ¿y sabéis qué? Lo sigue siendo. Apostó antes que otros por combates más rápidos en el género, con mayor cantidad de enemigos, y funcionaba a las mil maravillas.
Es curioso, porque eso también lo hizo Diablo III y a día de hoy sigue recibiendo desprecio por ello, dicho sea de paso. Independientemente de cuál lo hace mejor, el título que nos ocupa continúa pareciéndome muy disfrutable a día de hoy. Quizá ya empieza a sobrarle el tema «nostálgico» al asunto, porque ahora mismo me echaría un par de partidas y me parecería un juego medio actual.
The Incredible Adventures of Van Helsing (2013-2014-2015)

Acabamos con esta saga, compuesta por tres juegos de Neocore que hace diez años están unidos en un buen pack con aventuras para rato. En mi caso, empecé con el primero y me gustó, encajando bastante con el estilo Diablo, pero con una historia distinta. Y debo decir que en su día la disfruté mucho gracias a que nos acompaña la carismática Katarina.
Para quien no lo sepa, Katarina es la compañera fantasmal de nuestro protagonista, alguien con importancia en la trama y también activa a nivel jugable. Siempre fui muy fan de llevar aliados en este tipo de juegos y nunca entendí porqué no se aprovechaba más en todos los ámbitos. Los mercenarios de Diablo II estaban bien, por ejemplo, pero no eran más que personajes sin alma y quería ver una evolución de ese sistema.
Como si viniese para compensar lo de Torchlight II, Van Helsing cumple en lo narrativo, pero sus imperfecciones se encuentran en temas jugables. Tiene buenas ideas, pero la personalización no me gusta tanto y, a la larga con las tres entregas a mis espaldas, me percaté de que solo me divierte una de las clases, la del «bounty hunter». En cualquier caso, a mí ya me valía con eso.
Conclusiones

¡Y hasta aquí! Superar esa barrera de «hace diez años» empezaría a ser demasiado moderno para encajar en esta entrada. Desde Dark Alliance pasando por Sacred, Dungeon Siege, Torchlight y Van Helsing, son esos juegos «estilo Diablo» que me han acompañado y a los que guardo mucho cariño. Y por si tenéis dudas, efectivamente, sigue gustándome más Diablo. Pero es algo subjetivo y no desmerece al resto.
En realidad, nunca entendí el empeño insano que históricamente siempre se tuvo con presentar las alternativas a Diablo como juegos muy superiores a la saga de Blizzard. O como verdaderos y dignos sucesores del mítico Diablo II. A mí me daba igual y sigue importándome poco: continúo disfrutando de todos ellos sin reservas. Por lo menos de los que consiguen engancharme, claro.
Ojalá algún día llegue una saga ARPG de este corte que de verdad destrone a Diablo en mi lista de preferencias. Blizzard (y ahora Microsoft) me hacen sufrir bastante últimamente y no siento confianza por su continuidad. Me fascinó Diablo IV y su expansión, pero temo por el futuro de la marca y sus prácticas usureras.
Menos mal que siguen surgiendo candidatos, pero todos acaban cayendo en movimientos similares con el tema de los micro-pagos. Entiendo que deben mantener cada juego, pero a veces se pasan en el descaro. ¡Con lo increíble que era comprar tu juego, disfrutarlo durante cientos de horas y como mucho, comprar expansiones que verdaderamente merecían la pena!
