Mullet Mad Jack, el FPS roguelite con estilo anime de los 80-90

Curiosa la reseña que os traigo hoy, ya que es de los pocos títulos que disfruto de su género… Y es que con Mullet Mad Jack (a partir del día 15 en Steam) estamos ante un roguelite de disparos en primera persona, siendo ese estilo de cámara lo que prefiero evitar por norma general. Me parece destacable precisamente porque me gustó bastante, a pesar de que no suelo apreciar los FPS.

Sin embargo, en roguelite sí tengo cierto recorrido y ya os digo que es una experiencia muy arcade, directa a lo que propone: matar robots mientras avanzamos rápidamente por el nivel de turno. Entonces, ¿qué lo hace especial? Lo obvio es su apartado audiovisual, muy vistoso en su estilo anime noventero, claro. ¡Pero hablemos del resto!

¿De qué va Mullet Mad Jack?

Disparar, patear al enemigo, estar pendiente de sus segundos de vida, correr, beber soda… El protagonista estará a mil cosas, ¡pero a los mandos parece muy sencillo!

Nos sitúan en un contexto futurista de 2090, con el mundo gobernado por robots y los humanos fusionados con Internet. Y ahí es donde entrará nuestro protagonista, quien necesita dopamina cada 10 segundos si no quiere morir. Con esa locura en mente, la llamativa estética anime de los 90 y la propia ambientación tienen más protagonismo que la propia historia principal.

Nuestra misión como Mullet Mad Jack será ascender por un edificio para rescatar a la «princesa», todo ello mientras derrotamos a los múltiples robots que intentan impedírnoslo. La trama en si es muy sencilla, aunque tiene buenas escenas. Su aventura se divide en varios capítulos, cada uno con diez pisos a superar. Son fases muy cortas y frenéticas, donde pelearemos por nuestra vida hasta llegar a la meta.

Y es que el protagonista tendrá diez segundos de vida que se irán agotando según transcurra el tiempo o reciba daño. La única forma de recuperar segundos será eliminar al enemigo, por lo que cada fase se vuelve una carrera por alcanzar el final del piso mientras derrotamos robots para mantenernos vivos. Una estructura sencilla, pero que funciona genial para mantenernos enganchados.

Lo que más me gustó es precisamente la forma en que el gameplay nos sumerge en su ambientación futurista. Yo lo tomé como un paralelismo de nuestra sociedad, cada vez más dependiente de Internet, el ansia de atención y la inmediatez en general. El juego en si parece o bien una sátira, o directamente una crítica al estilo de vida que llevamos. ¡La caricatura de nuestro futuro! Y está muy bien llevado.

Eficaz mezcla roguelite-FPS

Al final de cada piso elegiremos entre tres mejoras: un arma (o incremento) y una habilidad pasiva de dos disponibles

Más importante que todo eso, la clave es que se vuelve muy divertido y adictivo con su fórmula. Es un roguelite y como tal resulta desafiante, pero a su vez es muy adaptable a cada jugador, teniendo hasta seis tipos de dificultad. Hay dos opciones muy accesibles, otras dos intermedias y un par mucho más difíciles, con una de ellas convirtiendo la experiencia en puro roguelike (al morir, finalizaría la partida).

Una de las partes más satisfactorias de cada fase es potenciarnos al final de la misma, pues iremos eligiendo entre varias mejoras especiales muy determinantes en nuestra victoria. Me gustó especialmente el tema de las armas; no solo tenemos varias a escoger (desde armas de fuego hasta un par de espadas), también sus incrementos se sienten tan poderosos como significativos. ¡Hay que prepararse para los jefes al final de los capítulos!

Las partidas son tan rápidas (cada piso apenas alcanza el minuto de duración) que siempre apetece continuar e intentar completar los diez seguidos para pasar al próximo episodio. Al principio parece que sirve con correr y matar a lo loco, pero según superemos cada capítulo se añade alguna trampa o monstruo adicional que nos obligará a vigilar las nuevas mecánicas. Y en especial, a utilizar el entorno a nuestro favor para eliminar robots sin parar.

Existen hasta dos modos de juego; el primero es la campaña, que permite vivir la historia y su reto en la dificultad que elijamos. El segundo es un modo infinito que consistirá en jugar sucesiones aleatorias de diez pisos hasta que nos maten, registrando nuestra marca personal en el proceso. En cuanto te enganchas a la fórmula, resulta sencillo que te acabe picando.

Conclusiones

Mullet Mad Jack es uno de esos juegos que ofrece pura diversión a través de una jugabilidad muy arcade a la que te habitúas enseguida. ¡Conmigo consiguió su propósito! Como dije, apenas juego FPS y con este llevo dos campañas completas y más de 10 horas. Se adapta muy bien a esos ratos en los que apetece echar partidas rápidas sin pensar en nada más, descargando la tensión de todo el día.

Además, su estilo visual de anime noventero está genial e incluso tiene un pequeño «unboxing digital» del juego que muestra un ejemplo de cómo era antes comprarse un juego en físico. Admito que verlo me hizo desear que el propio Mullet Mad Jack tuviese esa versión física tal como la presentan ahí.

Por cierto, la presentadora del unboxing (que también veremos en la campaña) es buenísima, con ese toque de humor tan característico. ¡En los antiguos 90 se esperaba que leyeras! Una auténtica locura, ¿verdad?

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