Hades II logra alcanzar la perfección Roguelite
Hace ya unos años tuvimos el primer Hades, un precioso roguelite de acción que daba bastante importancia a la narrativa, sus personajes y los diálogos. Fue uno de esos juegos independientes que explotaron a nivel de fama, en esta ocasión era bien merecida. Yo mismo creí que quizá estaría sobrevalorado, hasta que lo probé y quedé contento con la experiencia.
Por todo eso, las expectativas con esta secuela eran muy altas. Empezó en acceso anticipado y tenía muy buena pinta, pero yo logré aguantarme hasta su lanzamiento oficial. Lo adquirí recientemente para Nintendo Switch 2, disfrutándolo tanto en portátil como en sobremesa. Os lo adelanto: la espera mereció la pena. Y mucho.
Exquisita atención al detalle

Que iba a ser fenomenal en lo audiovisual era de esperar, pero no por ello resulta menos meritorio. Mucho menos cuando consiguieron mejorar todavía más lo presentado en la primera entrega, ofreciéndonos personajes, escenarios y efectos maravillosos. Con tal belleza de su parte, el tema sonoro no queda atrás; entre otras cosas, todos sus diálogos tienen voces en inglés y con actuaciones de calidad.
El tema de las voces no es menor, ya que por muy roguelite que sea, Hades II tiene muchas conversaciones entre personajes. Además de comentarios y líneas de diálogo por cada vez que hablamos con cada personaje, toca tener en cuenta las múltiples variaciones. Dependiendo del arma de la protagonista, su estado o el avance en la historia, tendremos conversaciones distintas.
Esa atención al detalle está muy presente, tanto en la base como durante las excursiones con los jefes y personajes que nos encontramos. Pese al bucle jugable en apariencia repetitivo, cada partida tiene algo nuevo que ofrecer, reacciones distintas, progresos en las historias secundarias de nuestros allegados… En fin, que es muy meritorio lo trabajadísimo que está.
Como en el anterior, está ambientado en la mitología griega e interactuaremos con una generosa cantidad de individuos icónicos. Obviamente, se presentan en base a la interpretación libre de los desarrolladores, pero siempre resulta interesante hablar con ellos y enterarse de qué les aflige. Y ese es precisamente uno de los grandes atractivos.
Más ambiente que historia

No podemos decir que la trama principal de Hades II sea revolucionaria. De hecho, me parece bastante sencilla, con una premisa muy directa y una «conclusión» sin grandes sorpresas. Lo genial de vivir la historia es relacionarnos con sus carismáticos personajes, cuyos problemas no acabarán tras los créditos y continuaremos ahondando en ellos a cada nueva partida.
En el caso de un roguelite, la estructura que nos proponen me parece un acierto enorme. La gracia de estas experiencias es desafiarnos con un bucle jugable que incrementa su desafío cada vez que consigues completarlo. Justo por eso, lo que hacen aquí encaja a la perfección: ofrecerte pequeñas dosis narrativas tras esos logros e incentivarnos también por ese lado para que superemos sus retos.
Esto ya lo lograba el primer Hades, pero la aventura de Melínoe supera con creces el atractivo de ese contenido. Por lo menos en mi experiencia, me apetecía saber más de todos sus personajes sin excepción. Me encantaron Némesis, Hécate y Moros, por ejemplo. Pero incluso los que menos intervienen merecen nuestro tiempo y son adorables, como Aracne o la buena de Eco.
Y quizá lo más importante: la protagonista es tan bella como agradable de acompañar en su odisea. Aprecié a Zagreo en su día, pero Melínoe me gusta todavía más. Si a eso le sumamos su evidente conexión con la precuela, la intervención de viejos conocidos y los nuevos romances… ¿qué decir? ¡Solo mirad cuánto me he enrollado alabando temas ajenos a la jugabilidad!
El roguelite de acción perfecto

Es probable que sus creadores continúen trabajando en parches de equilibrio y ajustes, pero en el momento de escribir la reseña estoy encantado con lo que proponen a nivel jugable. Es muy continuista respecto a la primera parte: una base a mejorar y personalizar, diferentes armas a escoger, bendiciones y objetos que nos potencian, escenarios faseados y jefes finales.
Por suerte, se nota la experiencia en el desarrollo del juego, porque aquí expanden y solucionan las pequeñas carencias del primero. Para empezar, contamos con el doble de contenido en enemigos, con varios jefazos y mini-jefes muy competentes. Todo ello distribuido en dos posibles viajes: uno hacia el Tártaro y otro que nos lleva al Olimpo.
El dúo de aventuras le sienta de maravilla al bucle roguelite, porque podemos escoger en cuál de los dos caminos adentrarnos para afrontar peligros totalmente distintos. Eso alivia bastante la monotonía que surge con las horas en cualquier juego del estilo, ofreciéndonos variedad e incentivos para alternar entre ambas aventuras. Todo ello sin renunciar a la misma esencia jugable.
Por cierto, me encantaron todas las armas a disposición de Melínoe. Son seis, cada una con su estilo y tres o cuatro versiones a escoger que potencian estilos de juego distintos. Entre ataques normales, especiales, hechizos y los conjuros, nuestro arsenal será tan variado como personalizable. Obviamente, con el enorme plus de potenciarnos según objetos y bendiciones que escojamos durante el viaje.
Modo Dios, ¿sí o no?

Quiero acabar hablando del «modo fácil» que trae el juego, algo que existía en su precuela y aquí vuelve a ofrecer la posibilidad de suavizar la experiencia. Esto es muy útil para primerizos o si simplemente no os gusta agobiaros. Lo que hace el modo Dios, en resumen, es darnos mucha resistencia al daño, una que aumentará según muramos en las partidas.
Cada uno es libre de utilizarlo a su conveniencia, ¡que para eso está! Sin embargo, mi consejo personal es que os resistáis a activarlo. Al principio Hades II puede apabullar si no estáis habituados, con tantos enemigos y ataques a evitar. Aun así, según te acostumbras y entiendes el sistema de juego, el desafío se suaviza incluso más rápido que en el primer juego.
La esencia de un roguelite reside en ponernos a prueba, aprendiendo y mejorando como jugadores en cada partida. En ese aspecto, la dificultad normal cumple de sobra y ofrece un reto estimulante sin sentirse injusto o pesado. Partiendo de esa base, considero que activar el «modo Dios» perjudicaría la experiencia, banalizando los obstáculos y mecánicas que propone el juego de forma natural.
De todas formas, esto dependerá de las preferencias del que lo juegue. Incluso si es al revés y si el desafío inicial se os queda corto, tranquilos; no tardan mucho en incorporar el sistema opcional de afijos a cambio de recompensas, aumentando el peligro y perjudicando a nuestra protagonista según los que elijamos. ¡Todos estamos muy bien servidos!

Valoración final
100/100
Estamos ante una de esas pocas veces que, por lo menos a nivel personal, no tengo absolutamente ninguna pega con el juego. Hades II es una obra maestra del género, el mejor título del estilo que he jugado hasta ahora y merece todas las alabanzas. Sumémosle a eso una buena traducción al español y versión de Nintendo Switch con actualización gratuita a la 2.
A diferencia de lo que muchos opinaban, a mí el primer Hades no me pareció el mejor en lo suyo. ¿Pero este? Aquí me rindo ante la evidencia, ¡menudo juegazo! Me enganchó al máximo, echándole decenas de horas, completando la historia principal y continuando con las partidas con la misma motivación, intentando superarme con la siguiente. Y descubriendo qué misterios esconde ese «post-game».
Creo que las únicas pegas que alguien podría tener con el juego son subjetivas, quizá relacionadas con el género al que pertenece o yo que sé, que su adaptación mitológica no sea de las preferencias del jugador en cuestión. En fin, al final son solo opiniones… y la mía es que estoy increíblemente satisfecho con la magnífica experiencia de Hades II.